LA MÁGICA ISLA DE CHILOÉ
- alaskatierrafuego
- 1 dic 2017
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Desde la reconstruida población de Chaitén, después de la erupción del volcán que lleva su nombre, tenemos dos opciones; tomar dos barcazas hasta llegar a Puerto Mont donde retomaríamos la ruta Panamericana, o tomar una hasta la isla de Chiloé y visitar esas tierras, que en cierto modo nos atraen, pero que todo el mundo que ha pasado por ellas nos ha dicho que las lluvias nos cesan nunca.
Finalmente y después de hacer cuentas, nos decantamos por Chiloé, además iremos junto con nuestra pareja de amigos franceses para hacer más amena la travesía.
Han modificado el horario del barco y la llegada a la Isa es a las doce de la noche a Quellón, lo cual, no nos hace mucha gracia porque la tripulación nos ha advertido que el puerto no es sitio seguro para pasar la noche.
Después de desembarcar, vamos en busca de un lugar que nos de buenas vibraciones, pero como de noche todos los gatos son pardos, y después de lo oído, no hay nada que nos convenza, así que seguimos conduciendo hasta que nos alejamos lo considerable del puerto y estacionamos en un aparcamiento junto al mar, donde parece que la parejillas vienen a pegarse el lote…. Lo cual nos da seguridad.
Después de unos minutos en la casa, un coche para al lado nuestro y al momento llaman a la puerta…. - ¿Abrimos? Nos preguntamos….Son Isabelle y Christian, joooo vaya susto nos han pegado, cuando nos despedimos en el barco, pensábamos que ellos tenían algún hostal reservado. Pero en realidad, van viajando en un coche y llevan un colchón detrás, para economizar, pero no nos habíamos percatado de que al salir del puerto nos iban siguiendo para acampar juntos.
Por la mañana, amanecemos con un diluvio tal y como nos habían advertido. Nuestros amigos, han madrugado más que nosotros y han ido a una panadería a comprar el desayuno, así que cobijados en nuestra casa, preparamos café que acompañamos con unos bollos chilotes de medio kilo cada uno y unas cuantas historias, mientras esperamos a ver si cesa la lluvia.
A escasos metros de donde hemos aparcado se encuentra el hito del final de la ruta llamada Panamericana que comienza en Anchorage (Alaska). Por suerte se ha despejado así que vamos a ver este mítico lugar que realmente es bastante feo y para colmo no están las trece banderas de los países por donde pasa, pero bueno, a nosotros nos hace especial ilusión porque venimos de allá arriba, desde Alaska. A veces ni nos lo creemos.
A la lluvia, le sigue un sol resplandeciente para explorar esta isla que parece que promete.
Los densos bosques, sus iglesias de madera, sus casas construidas sobre pilares y su curiosa comida típica, el curanto, junto con los seres mitológicos que nacieron en estas tierras otorgan a la isla un halo de misticismo que se respira desde el primer momento en que uno pone los pies, o las ruedas en la Isla.
Hemos visitado casi todo Chile, y este lugar, es diferente, sus gentes, su paisaje, su arquitectura…..
Habitada originalmente por los Chonos, que fueron expulsados por los Mapuches de tierras continentales hasta la llegada de los españoles en 1567 que tomaron posesión absoluta de la isla, siendo el último lugar en perder su independencia de todo Chile.
Después de haber llegado al final de la Panamericana, tomamos rumbo al norte, a descubrir algunos de los encantos Chilotes.
Chiloé es conocida por sus más de cien iglesias de madera, muchas de ellas patrimonio de la Humanidad. Estas iglesias, se construyeron por los misioneros Jesuitas en los siglos XVIII y XIX y tienen una arquitectura donde se mezcla lo indígena con lo europeo.
Las mejores pueden verse en Castro y en Achao, además de unas construcciones llamadas palafitos, casas construidas sobre pilares de madera, muy útiles para las familias de pescadores que tienen acceso directo al agua cuando hay marea alta.
Y si hay algo que a uno le deja con la boca abierta, y además por mucho tiempo, es el plato típico de estas tierras, el curanto. Una bandeja repleta de pollo, cerdo, mejillones, almejas y unas masas de harina y patata servido con el jugo que deja este mezclete después de haberse cocinado bajo la tierra y cubierto con hojas de Nalca. ¡¡Para chuparse los dedos!!, después de esta comilona, lo único que somos capaces de hacer es echar la siesta.

Cuando pasamos por Punta Arenas pensábamos que era la única oportunidad que tendríamos de ver a los pingüinos Magallánicos, pero…. Estábamos equivocados, desconocíamos que aquí en Chiloé hay una colonia de estos preciosos animales y junto a ellos también están los Humboldt, muy parecidos y mucho más escasos.
La ruta para llegar a Puñihuil bordeando la costa del Pacífico, es una maravilla y por el momento después de tres días nos acompaña el sol, con lo que estamos de suerte.
Desde la misma costa a lo lejos pueden divisarse a estos increíbles animales, pero al contrario que para llegar a isla Magdalena, aquí nos ofrecen llevarnos para verlos de cerca y con un guía por 14€, con lo que no lo dudamos, y con la suerte de ir solos en la barca, ¡una pasada!. Decidimos acampar en esta preciosa playa, donde además de pingüinos, podemos ver una cantidad de aves preciosas.
Pero son los atardeceres, los momentos más mágicos de la isla, cuando el Trauco sale de entre los bosques en busca de vírgenes, o los brujos comienzan sus conjuros, “Pincoya” baila en la orilla de la costa para otorgar fertilidad a los mares , el “Caleuche”, un antiguo barco pirata que vaga en las aguas y se divisa en el horizonte……o “la voladora”, vomita sus intestinos, para volverse más ligera y poder llevar mensajes a los brujos… por siglos, la isla de Chiloé ha tenido una mitología que ha vivido con sus gentes y todavía hoy convive en las zonas más remotas.
En las calles se pueden ver algunas mujeres que ofrecen sus servicios de limpieza de alma, de arreglos de matrimonio, de conjuros pero esta vez, pasaremos por alto la sesión de limpieza…..

Chiloé ha sido por tradición tierra de ovejas, hoy en día, principalmente se emplea en su artesanía, que las mujeres de estas tierras llamadas Tejedoras de Esperanza elaboran manualmente y venden en sus coloridos mercadillos artesanales. Y de estas tierras decidimos llena nuestra maleta de calcetines y ponchos para llevar a nuestra familia, seguro en que en nuestras tierras manchegas las vamos a necesitar.
TEJEDORAS DE ESPERANZA
Tejedoras de mil sueños
Forjadoras de enseñanza
Ya van torciendo la lana
Para abrigar la Esperanza
Van tiñendo de colores
Sacados del barro y del alma
Como el canto del ave cuando amanece el alba
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