top of page

LA GRAN PATAGONIA ARGENTINA

  • alaskatierrafuego
  • 28 oct 2017
  • 7 Min. de lectura

Dos de los forajidos más perseguidos del salvaje oeste, llegaron desde los EEUU hasta estas tierras huyendo de la justicia.

Butch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place, se instalaron y trataron de llevar una vida honesta cerca de una comunidad granjera, donde construyeron su hogar.

Aunque la intención del trio de bandidos, sólo duró unos pocos años.

Junto a Cholila, todavía se encuentra en pié la cabaña y los establos de estos míticos bandidos, que para un cinéfilo, fan de “Dos hombres y un destino” es una parada imprescindible.

Lo que sabemos es que está en el Km 21 de la RP71, así que vamos hacia allá, pero cuando llegamos, hay un cartel que indica que es la cabaña, pero no hay nadie, excepto unos precisos caballos, que bien podrían ser de aquellos forajidos… hay una valla, y la cabaña desde donde estamos ni se ve.


- ¿Qué hacemos? Nos preguntamos.

- Saltar la valla, sin duda ….. y esperemos que no haya perros.


Este lugar nos hace meternos en la película y dar rienda suelta a nuestra imaginación, de lo que pasó entre estas paredes de madera, en estas tierras perdidas de la Patagonia.


Unos kilómetros más abajo, se encuentra el parque Nacional los Alerces, un magnífico lugar con preciosas montañas cubiertas de vegetación y picos nevados, lagunas de aguas cristalinas, ríos, arroyos y cascadas, aunque la principal atracción de este lugar son los Alerces, árboles milenarios que han llegado a sobrevivir 3000 años.

Pero nosotros nos tendremos que conformar con ver uno de ellos de unos 300 años, porque los demás, están a la otra orilla del lago y sólo se puede acceder en barco por la desorbitada suma de 1800Ar, o sea, 90€. Sinceramente, nos parece una vergüenza que se prive a la gente de ver algo tan increíble si no se dispone de este dinero, ¡“LA NATURALEZA ES DE TODOS”! y al menos los precios deberían ser razonables para poder disfrutarla.


A partir de aquí, los días de conducción son largos e intensos, sin demasiadas atracciones en el camino. Rectas que parece que le lleven a uno al fin del mundo, que en cierto modo así es y viento, mucho viento.

Kilómetros y kilómetros de estepa, donde sólo nos acompañan los guanacos, preciosos caméllidos y los últimos que nos faltaban por ver, caballos salvajes, vacas, ovejas y unas curiosas avestruces llamadas choiques. Y de vez en cuando esquivamos algún armadillo en la carretera.


Nada más en estos territorios australes donde el árido paisaje contrasta con un cielo azul intenso, azul Argentina, azul Patagonia.


Muy de vez en cuando, encontramos algún poblado en el camino donde paramos para repostar gasolina y a pasar la noche.

El primero en el trayecto, es Rio Mayo, a la entrada, nos parece un pueblo fantasma, no hay nadie en las calles, el viento mueve los árboles dando la sensación de que van a volcar, y tenemos que encontrar cobijo para poder pasar la noche sin que nuestra casa parezca un barco.

Al final del pueblo, hay un rio y nos instalamos detrás de unos arbustos, pero sobre las doce de la noche pensamos que hay que cambiar el campamento, porque parecemos el barco pirata, pero el de la feria.

Nos adentramos en el pueblo y al azar, escogemos una calle donde un edificio que parece un almacén corta un poco el viento.

A eso de las cuatro de la mañana, como si nos hubieran puesto un altavoz junto al oído una canción de Shakira nos despierta, a la de Shakira le siguen unas cuantas de regeatton, - pero ¿ De dónde viene esta música tan fuerte?. Cuando nos asomamos por la ventana, vemos un grupo de gente fumando delante del almacén donde hemos aparcado, entonces vemos que pone Boliche Ruta 40. Boliche en Argentino significa discoteca, esto es lo que pasa por no conocer el idioma del país. Lo fuerte es que son las cuatro de la mañana, acaban de abrir, y según nos dice el guardia de seguridad, no cierran hasta las seis. El gentío comienza la fiesta y nuestra camioneta está rodeada; nos preguntamos de donde han salido todos estos, si esto era un pueblo fantasma. Con el pijama y una cara de sueño tremenda, cogemos la casa y nos vamos a buscar otro sitio, y esperemos que esta vez haya más suerte.


Después de otro día de conducción, la única atracción cercana está a unos 40 km para ver unas cuevas con pinturas rupestres de las que Daniela y Cesar, los dos brasileños que nos encontramos en las termas de Villarrica nos habían hablado.

Y aunque es un desvío de ripio y cuestas considerables, con lo poco que hay que ver por aquí, no hay que perdérsela.

Hace más de 9000 años, el cañón del río Pinturas, fue el refugio de los primeros cazadores y recolectores que ocuparon el área.

La manera en la que estas comunidades mostraban a otras que era su territorio, era plasmando sus manos en negativo en las paredes y techos de la cuevas, con pinturas que ellos mismos elaboraban con tierras y grasa de guanaco.

Es impresionante ver todas estas manos, de niños, mujeres, ancianos incluso algunas con seis dedos y otras con cuatro… y entonces uno se pregunta ¿quiénes eran estas gentes? ¿De dónde venían? ¿Cómo vivían? ¿Cuánto tiempo permanecieron en estas tierras?.

Algunas de las escenas de caza, nos ayudan a descubrir un poco más de estas comunidades, de cómo realizaban sus cacerías y de que vivían, y donde el guanaco y el choique era su principal alimento.

Otras de las escenas, nos muestran el periodo de gestación de la mujer e incluso el parto y hasta podemos ver una especie de ser que denominado “el Gualicho”, y que en la cultura argentina representa a un brujo.

Yo he quedado inmersa en estas pinturas, en la cueva donde vivían y en el paisaje que rodea los misterios que dejaron esas gentes que un día hace miles y miles de años estuvieron aquí y dejaron su huella marcada en las rocas.

Sin duda, una visita espectacular.


El camino de ripio, ha ralentizado mucho nuestra conducción y está cayendo el sol, en ese momento miramos hacia el cielo y vemos un espectáculo de colores que nunca habíamos visto antes, ráfagas de colores en las nubes de nos dejan boquiabiertos… sin duda ¡Momentos Australes!.


Después de una hora, llegamos a una pequeña, o más bien diminuta población, Bajo Caracoles, vamos en busca de refugio contra el viento que azota con furia, aunque las opciones son pocas porque sólo hay una calle y corta.

Aparcamos delante de la gendarmería y en seguida, uno de los Polis, Martínez, sale a recibirnos y a invitarnos a un mate, la bebida nacional argentina pocos minutos después llega Ayuso, el segundo poli del pueblo y muy puesto en todo, así que nos pegamos unas horas de cháchara donde nos cuentan las duras condiciones de la zona pero a la vez la tranquilidad que uno tiene viviendo aquí y a su vez nos preguntan muy interesados por el dilema separatista en España.


Para variar y a pesar de que dijimos de madrugar para hacer la última jornada de conducción hasta el Chalten, se nos han pegado las sábanas, pero por suerte los días ahora son cada vez más largos y dan de sí.

Antes de irnos, nos despedimos de Martínez y vamos a la curiosa gasolinera del pueblo, hay que repostar porque hay que hacer 300km hasta la próxima población.

Después de un buen rato de espera y de que no llegue nadie a atendernos, llega un coche de viajeros argentinos que lo primero que hacen es ofrecernos mate….

¡Qué bueno lo llevan siempre con ellos…! y al rato llega una manada de motos Brasileñas….

Parece que no sale nadie, Jose decide ir a ver si alguien contesta y finalmente, sale un hombre que dice que el patrón está durmiendo que esperemos un poco….pues son ya las 10 de la mañana, es cierto que es festivo pero…..

Mientras seguimos de cháchara con los Argentinos, que también nos preguntan preocupados por la situación con Cataluña, y sinceramente, ellos están más puestos al día que nosotros. Después de otra media hora, decido ir yo a ver si saco al colega de la cama. Me abre el hombre que informó a Jose de la situación y entro a una especie de cocina donde hay una señora mayor y una chica, les cuento que hay más de 30 personas esperando y le pido que me diga donde duerme el patrón, que voy a despertarlo.¡ Nooooo eso no señora me dicen, el patrón nos mata!.


Pues esto es un pueblo de 10 habitantes, “anarquía”, cada uno hace lo que le da la gana… y finalmente nos vamos todos sin gasolina, así que crucemos los dedos para no quedarnos tirados.


Unas cuantas horas más de conducción y lo lejos divisamos la silueta de unos majestuosos picos que se alzan sobre la llanura. Después de días donde sólo divisábamos estepa, parece un espejismo.

Nos adentramos en el parque nacional de los Glaciares, donde el cerro Fitz Roy junto con el Torre son las estrellas de este grandioso parque.

Saint Exupery, se inspiró en estos picos para escribir su libro el principito, y ahora uno de ellos lleva su nombre, bonito homenaje para este viajero que perdió su vida sobrevolando la maravillosa Patagonia.

El parque es una auténtica maravilla y además gratuito, aunque la subida al mirador para ver estos gigantes de cerca es una dura caminata donde el último kilómetro, debido a la nieve, el hielo y la dificultad del terreno nos lleva casi dos horas, pero cuando estamos delante de esta maravilla pensamos que bien ha merecido la pena, aunque el momento de contemplación dura poco, una vendaval arrastra toda la nieve de las montañas, comienza a azotarnos y nos vemos obligados a iniciar el descenso que debido a las fuertes rachas de viento lo hace todavía más arriesgado. 10 horas y 20 kilómetros de caminata, bien merecen una recompensa, “El cordero patagónico”.

El pueblo base de este parque es El Chaitén, un tranquilo y agradable lugar y tal vez por la temporada poco concurrido, y la verdad que invita a probar ese cordero que no pudimos comer en El Bolsón.

Cuando vamos al restaurante, nos dicen que no aceptan tarjetas de crédito, probamos en el cajero y no nos da dinero y lo poco que nos queda es para gasolina.

Segundo intento fallido de probar ese manjar patagónico, y esta vez sí que ha dolido…

Los siguientes días, los pasamos explorando los glaciares y lagunas de los alrededores hasta poner rumbo a nuestro siguiente destino.


Gigante e imponente, una de las joyas de la Patagonia, tenemos el glaciar Perito Moreno delante de nuestros ojos y no podemos creerlo. No sólo es un espectáculo contemplarlo, sino también, escucharlo crujir y sobre todo ver como gigantes trozos hielo se desprenden formando un tremendo estruendo al caer al lago.

El día es perfecto, y soleado, además a diferencia de lo que esperábamos no hay mucha gente, así que lo pasamos recorriendo todas las pasarelas para no dejarnos ni un centímetro por ver.


A media tarde comienza a llover y nos cobijamos en nuestra casa donde desde nuestra ventana y ya a lo lejos, desde un mirador, contemplamos como este gigante de hielo, se va desvaneciendo entre la niebla y la lluvia hasta desaparecer….





 
 
 

Comments


POSTS RECIENTES:

© 2016 De Alaska a Tierra del Fuego . Creado con Wix.com

  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram Black Round
bottom of page