EL SALAR DE UYUNI Y LOS TERRITORIOS SALVAJES DE BOLIVIA
- alaskatierrafuego
- 7 sept 2017
- 9 Min. de lectura
Cierto que después de haber vistos tantas maravillas en nuestro viaje, es difícil decir cuál de ellas nos ha impresionado más.
Pero el salar de Uyuni, es uno de esos sitios con los que habíamos soñado ir, y sin duda, conducir en medio de un mar de sal, nos parece una de las experiencias más inolvidables que podamos tener en nuestro viaje, pero claro, esto tiene su dosis de aventura.
Alguno de los comentarios de otros viajeros es : - ¡Cuidado! que nosotros nos hemos quedado atascados y han tenido que venir a sacarnos.
El frío por la noche es de -20 grados y esto hace que vayamos con un tanto de respeto porque uno puede perderse y realmente nuestro punto débil es la gasolina.
En cualquier caso, hemos decidido que nos vamos a meter con nuestro vehículo y no vamos a hacer una excursión organizada.
Conforme dejamos Potosí el paisaje va cambiando a cada instante, una carretera solitaria nos conduce hacía unas formaciones de roca majestuosas y unos cañones impresionantes, parece que nos hayan tele-transportado a Arizona y al más puro oeste Norteamericano, pero no, esto es Bolivia y los cientos de llamas acompañándonos en el camino, nos lo recuerdan.
El pueblo base para entrar al salar, es Uyuni, una población bastante grande y bastante polvorienta perdida en el medio de la nada. Necesitamos recargar provisiones porque estamos completamente vacíos, pero cuando entramos a las tiendas, no podemos creerlo. Los precios son desorbitados, lo cual tiene su lógica, turistas y en medio de la nada = triple de caro.
Compramos lo indispensable, y vamos a informarnos de cómo está el salar y la ruta para seguir hacía Chile, y las repuestas son claras; el salar ahora está seco pero hay que ir con ojo por los agujeros en el terreno donde uno se poder quedar atascado y a partir del salar, hay dos caminos uno que para nosotros es prácticamente impasable por la casa y otro que está regular pero se podría pasar. Esta es la información que nos da alguno de los guías de las excursiones. Pero nuestro problema es que ni aun llevando dos garrafas de gasolina extra llegaríamos, porque estamos hablando de unos 500km de trocha.
Pasamos la noche junto al cementerio, el lugar mas tranquilo del poblado, y ya comienza a ser habitual.

Por la mañana, ponemos rumbo al salar, y la verdad, que sin tener la ideas muy claras de lo que vamos a hacer, pero cuando entramos en este vasto desierto de sal, es como estar soñando, en cuestión de minutos, estamos en el medio de la nada rodeados de sal y de espejismos. Por suerte, algunos jeeps con turistas que pasan por alguna de la decenas de pistas que hay en el terreno, ¡por si acaso !.
Y aquí lo que más apetece es conducir, así que decidimos ir dirección oeste, a lo lejos vemos algo, …. Hei es el monumento al Dakar.

Desde hace unos años, el Paris Dakar, se ha trasladado a estas tierras, por la inseguridad africana y cada año, los locos de las pistas, vienen aquí, así que vamos a soltarnos el pelo, a darle gas a nuestra casa rodante y a pegarnos un ¡¡¡Dakarrr!!.
Ahhhhhhh ¡!!! No puede ser más divertido. Otra de las actividades en que uno puede entretenerse en el salar, además de en contemplarlo, es en hacer alguna foto divertida… como estas vamos.
Después de una par de horas, tenemos que decidir, que hacemos, y nos han dicho que justo en el medio, hay una isla llena de cactus, la verdad que no queremos irnos de este lugar, así que vamos hacia allá.
Efectivamente, hay que tener cuidado con los más que agujeros, más bien cráteres, porque si nos despistamos y no vemos uno, y nos quedamos …….. ¿a ver quién nos saca con nuestro peso?. Conforme nos acercamos, vemos la silueta de la isla y unos cactus gigantes despuntando sobre ella… - ¡¡wow!!, y alrededor, un mar de sal y como este lugar nos ha cautivado, decidimos pasar la noche, solos, en el medio de uno de los lugares más espectaculares que nunca hayamos estado, y bien acurrucaditos, porque aquí las temperaturas son desafiantes…. Pero el atardecer que nos ofrece este lugar bien merece la pena.
A la mañana siguiente, el blanco de la sal parece cegarnos, junto al silencio y la vista 360º de un blanco destellante hace que parezca que nos hayan llevado a otro planeta.
Y después de un buen desayuno, decidimos volver a Uyuni, a poner gasolina e intentar conseguir más información de cómo hacer la travesía hacia Chile pasando por los territorios salvajes de Bolivia.
Poca información conseguimos, aparte de algún viajero que nos dice que ellos tuvieron que dar marcha atrás porque estaba impasable, pero suponemos que ellos tomaron el camino que los guías nos decían que era muy duro. Esta vez, en el mercado nos aprovisionamos de víveres y gasolina para una travesía que suponemos de unos cuatro o cinco días donde no sabemos lo que nos vamos a encontrar.
Resumiendo, lo que sabemos, es que hay dos caminos uno impasable según la información de otros viajeros y otro jodido al que los locales le llaman calamina. La calamina es chapa ondulada que ponen en los tejados, nosotros le llamamos uralita.
El primer día, no resulta demasiado complicado la pista está clara, y el encontrarnos algún que otro jeep con turistas, nos da confianza de que vamos por el camino correcto, atravesamos el llamado Valle de las Rocas, un espectacular lugar que bien podía haber sido esculpido por el mismo Dalí.
El segundo día, aquí se complican las cosas, cuando hay que dejar la ruta principal empieza la calamina y hay que elegir caminos. Llevamos una brújula y sabemos que tenemos que ir dirección suroeste, pero no es tan fácil, llega un momento en que no sabemos para dónde tirar, por suerte, en la carretera, nos encontramos un coche que viene de frente con un grupo muy variopinto un padre con la boca atiborrada de hojas de coca y sus hijos de once y trece años a los que les está enseñando a conducir, ¡¡la autoescuela boliviana !!!!

Finalmente acabamos haciéndonos un montón de fotos con ellos, especialmente, el padre, quiere un reportaje, bueno algo de información hemos recopilado. En cualquier caso, el paso por estos territorios salvajes es espectacular, la llamas con sus pendientes coloridos pastando, las lagunas y las montañas que parecen pinceladas de un cuadro, nos hacen estar relajados, a pesar de que no sabemos muy muy bien donde estamos.
Siguiendo mal las indicaciones de la curiosa familia, llegamos a un camino que va empeorando por segundos hasta que tenemos que dar la vuelta, y con la casa encima que no es tarea fácil. Entonces Jose se acuerda de que yo grabé un video con la familia, igual ahí están las explicaciones,…. ¡Si señor!, ahí están, así que ponemos rumbo, aunque en seguida cae la noche y ahí nos quedamos.
Por la mañana emprendemos camino por la ruta que pensamos que es la correcta, y durante un día entero no vemos ni un alma en el camino, la pista es mortal y no hay ni una señal, pero seguimos nuestra brújula. Algunos de los recursos que no conseguimos repostar en Uyuni, como el agua, se nos están acabando, pero por suerte, un riachuelo nos viene de perlas para llenar nuestro depósito.
Después de todo el día y de horas y horas de conducción a unos 5km/h, a lo lejos vemos una caseta, es la estación de entrada del parque Eduardo Avaroa, Se nos ilumina el rostro con una sonrisa de oreja a oreja ¡Sabemos dónde estamos! , en el puesto hay un muchacho que nos dice que hay que pagar 150 B, o sea unos 20 € por persona, lo cual no mosquea bastante porque uno paga por algo, ¿ verdad? , para que haya caminos medio decentes y alguna indicación como mínimo, así que le decimos al chico que queremos poner una queja, el muchacho, graba un video con nuestros comentarios, y nos cuenta que ellos también están bastante molestos con el estado porque no mandan nada del dinero para mantenimiento, y que hace unos meses, hicieron un bloqueo y el gobierno mandó a los militares, con lo que no sirvió de mucho.
Desde la estación, el chico nos dice que llegaremos a una comunidad donde nos pueden dar indicaciones para seguir el camino, y aunque nos las dan, no son demasiado claras, pero parece que tenemos que subir cerro arriba y seguir el camino, que va de mal en peor, y el nivel de gasolina ya va bajando, intentamos comprar en este poblado pero no tienen.
Seguimos otra jornada de conducción solitaria, y caminos en los que como pinchemos, ¿no sé yo como vamos a salir?, pero la inmensidad del paisaje y de estos territorios, donde sólo las llamas nos acompañan, nos da una idea de lo remotos que estamos e intentamos disfrutar de esta naturaleza que es para nosotros solos, pero la tensión de que algo pase está presente.
Otras seis horas nos lleva hasta que a lo lejos unas aguas resplandecientes de color rojizo, rodeadas de picos nevados nos tranquilizan, ¡¡ lo conseguimos “ La laguna colorada “ ¡!
Wow, conforme nos vamos acercando, vemos que algo se mueve en el agua, son miles de flamencos que revolotean. Un verdadero espectáculo, casi tenemos que pellizcarnos para saber que esto es real y no estamos soñando.
No sabemos muy bien donde plantar el campamento, y lo que hacemos es seguir a uno de esos todoterreno para aprovechar a ver si nos venden algo de gasolina, y a un precio razonable, porque también vamos bastante escasos de dinero, no queríamos que nos sobrara y al final ¿a ver si llegamos?.
El lugar donde aparcamos, es un magnífico mirador. Ha costado llegar pero sin duda ha merecido la pena, aunque con lo de la gasolina no hay demasiada suerte, nos dicen que ellos llevan la justa para hacer su recorrido.
En este fantástico lugar, vemos uno de los atardeceres más inolvidables de nuestro viaje, con el sol iluminando los picos nevados y estas magníficas aves de color rosado que agudizan el intenso rojo de esta laguna.
La noche es bastante dura, las temperaturas bajan tanto que el frío no nos deja pegar ojo, a pesar de que nos metemos en la cama con casi toda la ropa que tenemos. Cuando nos despertamos por la mañana, vemos una capa de hielo en la ventana, en el teléfono, y en el ordenador, la bomba no funciona, y de los grifos, cuelgan estalactitas, pero…. ¿a qué temperatura hemos llegado, Son las 8 de la mañana y ya con un buen sol, estamos a -7, así que nos hacemos una idea…….
A pesar de que nos quedaríamos contemplando este lugar hay que avanzar.
Al medio día emprendemos camino, que pasa de malo a horroroso, además hay decenas de rutas y no sabemos cuál tomar, y a cuál peor, y para colmo, encontramos mini-glaciares bloqueando el camino que nos hacen abandonar la ruta e intentar otra continuamente.
Finalmente a lo lejos, vemos una fumarolas, es “ El sol de la mañana” unos geiseres, de los que nos habían hablado, pero no sabíamos que eran tan espectaculares. Al atardecer parece que estemos en el infierno, donde las entrañas de la tierra expulsan su ira…. y ahí pasamos la noche, a ver si aquí estamos más calentitos.
Por la mañana oímos un coche, y enseguida salimos para ver si nos venden gasolina… es un jeep con un extranjero, pero no hay suerte, aunque el guía nos dice que más adelante, hay unas termas donde igual nos pueden vender otros de los 4X4 que lleva excursiones y que a partir de aquí la ruta mejora mucho… eso si uno coge la buena… nosotros seguimos encontrándonos mini-glaciares y no pasamos de 10km/h, así que nos da la risa cuando vemos alguna señal de no circular a más de 60km/h, no van con nosotros, y lo que tenemos claro es que no llegamos a Chile con la gasolina que llevamos.
Después de unas horas, por suerte, la carretera mejora y ahora nuestro ritmo pasa a casi 20km/h . Finalmente, llegamos a las termas, una magnífica piscina en el medio de este paraje desértico, el frío invita a uno a meterse, pero lo de quitarse la ropa, es otra historia a 2Cº, habrá que echarle valor.
Aunque no podemos despistarnos con la piscinita, nuestra misión es buscar gasolina, así que vamos de guía en guía ya casi suplicando que nos den un poco, con 30 litros si cada coche nos da 5l y nos la cobran a precio local, tendríamos para llegar y para pagarla, pero no hay manera… serán desconsiderados…..
Junto a las termas, hay un restaurante, y una pequeña tienda, así que igual tienen caldo para nuestro tanque…. Y ¡Siiii Bingo! pero….. nos las quieren cobrar a 7 bolivianos. Llorándoles un poco y negociando conseguimos que nos bajen a 6B pero a ese precio sólo podemos comprar 20l, entonces nos acordamos de que Samuel ( el abuelo de nuestro ahijado) nos regaló un botella de pisco peruano que por suerte no habíamos abierto así que la utilizamos para hacer trueque, y …. Funciona, nos dan 10l más jajajaj suerte que a los bolivianos le gusta el alpiste.
Después de todo este ajetreo, nos zambullimos en la piscina termal y ahí nos pasan las horas por fin relajados.
Y nuestra última parada antes de dejar esta magnífica y salvaje reserva es la laguna verde, otro espejismo color esmeralda en medio de estas tierras y junto a ella la laguna blanca, con unos preciosos picos nevados al fondo y donde nos entrenemos viendo a los guanacos y la gaviotas andinas jugueteando.
Al fondo vemos el puesto fronterizo y respiramos, siete días nos ha llevado llegar hasta aquí, y aunque hemos pasado frío, nos hemos perdido y casi nos quedamos tirados, los territorios salvajes de Bolivia han sido toda una experiencia para no olvidar, donde los intensos colores de esas lagunas que parecen pintadas, los caminos solitarios, las manadas de llamas y esas magníficas fumarolas, quedarán en nuestro recuerdo para siempre, ¡Adiós Bolivia!.
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