top of page

PARACAS Y LAS DESPEDIDA DEL PACÍFICO

  • alaskatierrafuego
  • 22 jul 2017
  • 9 Min. de lectura

Varios viajeros nos han recomendado visitar la península de Paracas, una reserva natural a un par de horas de Lima.

Desde Huaraz, hacemos un precioso descenso y alguna parada antes de dejar atrás la cordillera Blanca, esos magníficos picos nevados que todavía podemos divisar en el espejo retrovisor, se van difuminando, el cielo azul intenso, se va volviendo grisáceo y las moles de granito y los cañones se van transformando en dunas; volvemos al paisaje desértico, a los pueblos polvorientos y a las montañas de basura, lo que nos hace que nos dé un poco de bajón, así que lo más acertado es irnos de compras a un supermercado para que se nos levante un poco el ánimo.




Hacía semanas que no encontrábamos uno, y aunque nos encanta comprar en los mercadillos y tiendas locales, como occidentales hay momentos en los que necesitamos este tipo de comercio, aunque el inconveniente es que se le puede vaciar a uno la cartera rápidamente.

Hacemos parada en Pisco en busca de una gran superficie y encontramos un Tottus, el Mercadona Peruano y enseguida se nos van lo ojos hacia las estanterías…. Croissants, patatas Lays, chocolate, aceite de oliva…… yo le digo a Jose que tengamos cuidado de no pasarnos, y delante de un bote de Nocilla me dice “ Darling, a mí a estas alturas me da igual ir al Machu Picchu, pero yo el bote de Nocilla me lo compro “…. Jajajaja, no podemos parar de reírnos, pero el comentario ha dado rienda suelta a nuestra restricción de comprar sólo lo necesario y nada de caprichos, así que vamos a saco y nos compramos todo lo que nos apetece…… y ya veremos si vamos al Machu Pichu.


Así que nos olvidamos de los sándwiches, hoy para comer pollo asado, para merendar croissant con nocilla y para cenar pizza con coca cola, es una auténtica fiesta dentro del camper.


Después de este festín, nos adentramos en la Reserva de Paracas, las dunas que anteriormente nos parecían horrorosas, iluminadas por un sol radiante son una pasada.

Nuestra primera parada es el centro de interpretación, para entender mejor esta magnífica reserva. En quechua “PARA” significa lluvia y “ACCA” significa arena. Aquí se puede sentir un intenso viento que llega a viajar a más de 50 km hora y que va arrastrando arena y formando estas magnificas dunas, en ciertas épocas del año, las corrientes de aire son tan intensas que llegan a ser auténticas “lluvias de arena”.

El amarillo intenso de las dunas, junto con el azul intenso del cielo y los acantilados parece que rozan la espuma del océano.

No sabemos muy bien donde pasar la noche, conducimos hasta una zona de aparcamiento donde hay varios coches peruanos, al bajar a la playa, vamos a un grupo de gente con cámaras y equipos de grabación, así que nos acercamos a ellos a preguntarles, uno de los chicos nos dice que están rodando una película “Frontera Azul” para enero la estrenan, pues intentaremos verla allá donde estemos.

El parking está un tanto inclinado, así que a lo lejos divisamos otra zona que parece más plana y ahí plantamos la casa, minutos después, un enorme camión aparca junto a nosotros, son un matrimonio alemán jubilados que para no perder la costumbre viajan en su enorme bunker.

Aunque hemos oído algún comentario de otros viajeros de que se han reportado robos en la reserva, a nosotros nos parece bastante seguro, y con el tanque alemán al lado, estamos más que escoltados.


De madrugada, las voces de unos hombres me despiertan y me ponen alerta, me asomo por la ventana y veo dos tipos junto a un coche hablando pero no puedo oír bien lo que dicen, así que despierto a Jose e intentamos ver los movimientos de los tipos sospechosos….. la verdad que no nos hace nada de gracia, acto seguido, vemos una luces como de linterna que alumbran hacia a dónde estamos y vienen desde la otra parte de los acantilados, y en breve, los hombres se montan en el coche y desaparecen.

A la mañana siguiente, cuando salimos vemos un montón de papel higiénico tirado junto a nuestra casa, no sabemos que nos molesta más, si el susto que nos han pegado o la porquería que han dejado, teniendo en cuenta que hay un papelera justo al lado. Al rato, salen los alemanes de su tanque y nos dicen que ellos se van, que no ven el sitio seguro y nos aconsejan que no nos quedemos, - Pero…. ¡Si queda más de media reserva por explorar! pensamos. ¡¡Nosotros nos quedamos!!.


Junto a nuestro campamento hay unos acantilados llenos de aves, así que nos acercamos para verlos de cerca, pelícanos, piqueros peruanos, cormoranes y muchos más se concentran en este bonito lugar.


A unos metros hay una bajada a la playa, aunque no nos podemos bañar porque hace frio podemos dar un paseo, abajo, nos encontramos a Jhon, un peruano que está limpiando y acondicionando el lugar, se avecinan las fiestas Patrias y tiene que dejar todo a punto para los turistas.

-¿Oyeron algo anoche? Nos pregunta.

- Si, le respondemos.. – Había unos tipos junto a nuestra camioneta y no sabemos muy bien que intenciones llevaban, y entonces vimos unas luces desde la otra parte de los acantilados y se fueron…..

- Era yo con una linterna, dice Jhon, - Para que se fueran, son informales y vienen por la noche a pescar y coger conchas de manera ilegal.

- Ahhhhh, entonces venían a robar a la reserva, no a nosotros.

Jon trabaja en la reserva pluri-empleado, limpiando, parqueando coches, y lo que sale, nos dice. Vive en una tienda de campaña en un acantilado y duerme en su barca para asegurarse de que no vienen a pescar ilegalmente.

La ruta entre las dunas es pura diversión, hace un día soleado y acompaña para visitar este precioso lugar.

Junto a una de las lagunas de la reserva hay unos pequeños restaurantes, y cuando nos acercamos a hacer fotos a los pelícanos, un chico se nos acerca y nos dice que tienen vieiras gratinadas con parmesano y picadas de mariscos riquísimas….

  • ¿Qué hacemos? Nos preguntamos…..

Como estamos en plan derrochador nos vamos a pegar un segundo festín, así que vamos a donde nos lleva el chico, el problema es que cuando miramos la carta los precios son más desorbitados de lo que pensábamos, y solo nos quedan 100 soles, unos 25 €, y claro, queremos comernos la vieiras, así que intentamos cuadrar comida pero no nos queda para la bebida, cuando le contamos la historia, la camarera nos trae la carta del menú, pero sinceramente no nos convence, así que le decimos que la bebida nos la traemos de casa, jajajajaj esto en España ni se nos pasaría por la cabeza hacerlo.

Después de la comilona, vamos a buscar otro sitio donde instalarnos al otro lado de la península, y encontramos unos acantilados con una playa abajo solitaria, francamente uno de los mejores campamentos en Perú, así que ahí nos quedamos, contemplando la puesta de sol y disfrutando de nuestro último día en el Pacífico.


Por la mañana, emprendemos rumbo hacia Ica, una población típica por sus vinos y por su dunas gigantes, la vuelta a la carretera vuelve a ser desoladora y sucia, pero ya casi nos hemos acostumbrado, justo antes de llegar a Ica un panel enorme de peaje nos sorprende, - ¡¡ Peaje ¡!!!....

El restaurante la Tía Pily, nos sacó los últimos soles que teníamos y literalmente no tenemos nada de nada, a unos metros del peaje, paramos y Jose va la caseta a hablar con el responsable y contarle la papeleta, a lo cual le dicen que hay un cajero un poco antes, que volvamos y saquemos dinero porque ellos no nos pueden dejar pasar, el caso es que nos preguntamos donde estará ese cajero, porque el “pueblo” por el que hemos pasado no tiene pinta de tener cajero.

Damos media vuelta en busca de un poco de dinero que nos permita seguir hacia nuestro destino, pero no vemos ninguno, en un restaurante de carretera, preguntamos si podemos hacer un pago con tarjeta y que nos den el dinero pero no tienen para hacer cobro con tarjeta, nos dicen que nos adentremos en el pueblo y encontraremos un cajero. Este pueblo polvoriento sinceramente, no tiene pinta de tener tanta tecnología, volvemos a preguntar en otra tienda y nos dicen que en la Botica hay un cajero…. Ahhhh pues vamos allá, pero cuando llegamos la botica está cerrada, entonces nos dicen que esa no es la botica, que está a un par de calles, seguimos y finalmente damos con ella, y tal y como pensábamos, el cajero nos funciona con visa.

El farmacéutico que nos ve con tal apuro, nos dice que le sigamos, deja la farmacia con su mini batín y acompañado de su hijo, un pequeño rechonchito que nos va saludando todo el tiempo, desde su auto.

El caso, es que desde el pueblo se puede llegar a la carretera sin pagar peaje…. Pero nos acompañan porque para evitar que nos perdamos o que nos roben ….upppp, no dejamos de sorprendernos !!, si nos hubiesen robado todas las veces que nos lo han dicho desde que empezamos el viaje, haría meses que estaríamos de vuelta en España y sin nada.

En cualquier caso, agradecemos el gesto de este hombre. Rodeamos el pueblo y salimos a unos caminos de arena donde nos sabemos si nos vamos a quedar atascados, esperemos que no….. Después de unos minutos el farmacéutico baja del coche, viene hacia nosotros y nos dice que vamos a pasar por la propiedad de un hombre y nos van a querer cobrar 2 soles. - ¿¡Que!? Pero… no llevamos nada, - No os preocupéis que ya lo pago yo, nos dice.

A unos minutos, efectivamente un niño debajo de un árbol espera para hacer la colecta, - ¡Que fuerte !.

Parece ser que la gente pasa por aquí para evitar el peaje que son 14 soles y el propietario se ha montado su negocio clandestino. Unos kilómetros adelante, vemos que hay otro tipo, ¿¡Otro cobrador!? , pues eso parece porque el farmacéutico le da algo.

Después de media hora de caminos arenosos y dos peajes clandestinos, finalmente llegamos a la carretera. No podemos parar de agradecer a este hombre el favor que nos ha hecho. Otra vez volvemos a sentir como es la gente en Perú, encantadora, y amable.


Con toda la movida, se nos han hecho las tantas para comer pero queremos llegar a las dunas, instalarnos y comer tranquilamente…. La llegada a este supuesto oasis nos pone los pelos de punta, sobre todo cuando esperábamos encontrarnos con una especie de paraíso y lo que nos encontramos son cientos de buggies haciendo ruido, autobuses, cientos de turistas pitidos de mototaxisssss… y bares con música a o todo tren vamos que no puede haber más ruido, para colmo es un lugar rodeado de dunas gigantes y las opciones para aparcar gratis son reducidas.

Enseguida llega un chico a vendernos la excursión de las dunas, pero estamos recién comidos y lo que menos nos apetece es pegar botes en uno de estos cacharros, mejor intentamos buscar un sitio un poco más tranquilo, teniendo en cuenta el reducido espacio de este lugar rodeado de montañas de arena gigantes y con un lago que en su día sería un idílico oasis y ahora es un parque de atracciones.

Finalmente, y sin delicarnos mucho, aparcamos en un callejón entre dos hoteles que parece más o menos tranquilo, pero esto sólo es un espejismo, en cuestión de horas el reaggeaton empieza a pegar fuerteeeee hasta más de las cuatro de la mañana.

Por la mañana, nos levantamos bien temprano, antes de que el bullicio se despierte y nos animamos a subir a pié a una de estas dunas, aunque el sol no nos acompaña, disfrutamos del “encanto “ de este lugar por un par de horas y nos lanzamos desde lo alto corriendo como niños y disfrutando como enanos. Cuando asoman lo primeros buggies cargados de gringos, nos batimos en retirada.


Y no queremos dejar estas tierras sin probar sus caldos, así que nos dirigimos hacia una bodega que nos han recomendado, Tacama. El camino para llegar no es nada obvio, es polvoriento y para variar lleno de basura, vamos como la ruta del Champagne en Francia.

A lo lejos, vemos una hacienda rodeada de viñedos… debe ser ahí, sólo la entrada a este lugar es una pasada al igual que el resto.

Hace unos años, la visita a la bodega para ver el proceso y la cata era gratis, pero parece que se han espabilado y nos cobran unos 3 Euros por persona, la verdad que no es mucho pero si la atracción es gratis, lo agradecemos.

La cata de vinos, piscos y espumosos, nos hace ponernos tan contentos que decidimos seguir derrochadores y comer en este bonito lugar mientras tenemos sesión del típico baile peruano llamado Marinera.

La comida de este lugar es excelente y la verdad que con muy buenos precios por menos de diez euros nos dan una botella del mejor “Champagne “ de la casa.


Está entrando la tarde y aunque podríamos quedarnos horas viendo la caída del sol sobre los viñedos, no sabemos dónde vamos a dormir.

Preguntamos si podemos quedarnos a dormir en el parking, pero nos dicen que sintiéndolo mucho, los dueños no lo permiten y que no es posible, bueno, con la felicidad que llevamos en el cuerpo, casi nos da igual, ya veremos donde dormimos esta noche…..




 
 
 

Comments


POSTS RECIENTES:

© 2016 De Alaska a Tierra del Fuego . Creado con Wix.com

  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram Black Round
bottom of page