UN AÑO DE VIAJE EN LAS TIERRAS QUICHUA DE ECUADOR Y LOS CHAMANES DE ILUMÁN.
- alaskatierrafuego
- 22 may 2017
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Hace casi tres meses que no cruzamos una frontera por tierra, sin embargo al contrario que en otras ocasiones, no estamos nerviosos, ni siquiera madrugamos para llegar temprano, no sé si porque ya estamos acostumbrados o porque estas dos fronteras nos transmiten buenas vibraciones.
En la salida de Colombia, por Ipiales en menos de 15 minutos, listos, y la entrada a Ecuador se demora un poquito más, pero es bastante rápido, además aquí no hay ayudantes agobiando y confundiendo al viajero y todo está bien organizado con lo que en menos de una hora está todo el papeleo arreglado, y lo mejor de todo sin pagar nada.
Justo al cruzar la frontera, los puestos en la carretera con unos animalillos a la brasa, nos llaman la atención, no es la hora de la comida pero por curiosidad, paramos a preguntar, son Cuyes, nombre en Quichua de los conejos de indias… nos pensaremos si probarlos o nó, porque tiesos al fuego no resultan muy apetecibles.
Lo que nos deja sorprendidos son la carreteras, perfectas, con varios carriles, con arcén, limpias, parece que estemos en un país occidental, el peligro….. que los coches van mucho más rápidos de los que acostumbramos y los adelantamientos dejan bastante que desear.
Como sabíamos que la gasolina en Ecuador es muy barata, como a unos 30 céntimos el litro, calculamos para llegar prácticamente con el depósito vacío y hacer la recarga al cruzar la frontera, paramos en la primera gasolinera, y nos dicen que no nos pueden echar por llevar matrícula extranjera…. - ¿ Que? Preguntamos. – Si, nos responde el dependiente, es para evitar el contrabando.
Seguimos avanzando y hacemos el segundo intento y la misma historia, después de media hora hacemos el tercero, y aquí, decido llorarle a la dependienta.
- Señora por favor, que estamos vacíos y nos vamos a quedar tirados en cualquier momento. A lo que me responde – No, lo sentimos pero no podemos servir a matriculas extranjeras, lo tenemos prohibido – Pero sólo un poquito por favor. – No señora, hay cámaras y no podemos hacerlo. Entonces con enfado le digo - ¿y si nos quedamos tirados, a quien llamamos? Y ella me responde, - Ah eso no sé señora, ya le toca a usted preguntar.
Vaya tela, tenemos la suerte que estamos haciendo descenso de montaña, pero hasta que no llegamos al Juncal a casi una hora de la frontera, no conseguimos gasolina, aliviados, seguimos nuestro camino, 90 km hemos tenido que hacer para que nos llenen el depósito.
Se está haciendo la hora de comer y decidimos probar uno de esos conejillos; en la gasolinera nos dicen que en Salinas un pueblo a unos 15 kilómetros los preparan, en el desvío de la Panamericana hacia Salinas, volvemos a preguntar a unos vendedores ambulantes, que nos confirman que sí que se pueden encontrar.
Salinas, parece un pueblo fantasma, a primera vista, tal vez porque es domingo. Después de recorrer un par de calles, vemos gente, curiosamente de color, y al avanzar hacia la plaza, música a todo volumen y una cuadrilla de muchachos bebiendo litronas en la calle al son del reggaetón. Pero…. no hay rastro de cuyes … preguntamos a los vecinos que nos miran extrañados como diciendo, ¿y estos de donde han salido?, y nos dicen que no, que en el pueblo no hay cuyes, así que media vuelta.
Seguimos camino y nuestra siguiente parada es la Laguna de Cuicocha, un imponente paraje con una laguna de color zafiro, tenemos ganas de explorar la zona así que nos ponemos en marcha para hacer el recorrido de 14 km de acantilados que rodean este magnífico lago, por el camino nos acompañan los colibríes picoteando las flores y las vistas de los volcanes Imbabura y Cotacachi, llamados por los indígenas Taita ( Papá) y Mama, según la leyenda cuando está lloviendo es Taita haciendo pipí en el valle y cuando Mama Cotacachi se despierta cubierta de nieve, es porque Taita le ha hecho una visita conyugal, sin duda, no falta imaginación en estas tierras.
Lo que también vemos es que amenaza tormenta, los relámpagos y los truenos a lo lejos, nos hacen acelerar el paso pero finalmente la tenemos encima, parece que hayan abierto un chorro de agua y que nos está cayendo, por un momento hasta nos parece divertido pero en unos minutos estamos empapados como sopas…..por suerte nuestra casa está aparcada a unos minutos.
Iluman es uno de los pueblos Quichuas profundos de las Tierras andinas del Norte de Ecuador y popular por sus chamanes o “ Yachac´s”.

El pueblo tiene cierto aire misterioso, paramos a comprar algunas provisiones y en la tienda conocemos a Roberto un señor que ha vivido más de veinte años en España, así que entablamos conversación con él y rápidamente con el resto de jóvenes de que parecen familia, John y Luis son los yernos y también han pasado temporadas en España, así que hacemos buenas migas y nos contamos historias y experiencias de inmigrantes, todos los chicos llevan trenza o una coleta, y las chicas su traje típico, ¡muy tribal!. Antes de despedirnos, les decimos que hemos oído que hay chamanes en este pueblo y que nos gustaría conocer a uno, entonces se ponen a hablar entre ellos en Quichua y después de unos minutos Luis nos dice que el suegro de su hermano es chaman y que si queremos nos puede llevar a conocerlo, a lo que respondemos afirmativamente. Es casi la hora de comer, así que acordamos que en una hora aproximadamente nos pasamos por la tienda, pero la hora se convierte en dos, una tormenta nos aísla en nuestra casa plantada en medio de la plaza desde donde observamos a las gentes corriendo en busca de refugio. Los truenos hacen que retumbe hasta el suelo, y los relámpagos y el cielo gris oscuro, envuelven esta población en un halo todavía más misterioso.
Cuando volvemos a la tienda vemos que el coche que estaba aparcado en la puerta se aleja pero…. parece que vuelven, son Luis, John y sus esposas, por suerte nos han visto, nos dicen que les sigamos, y eso hacemos, nos alejamos del centro hacia las afueras, de repente, paran el coche, la verdad que es emocionante, Luis baja y nos dice que le sigamos, bajamos por una calle empedrada que parece desafiar la gravedad hasta que llegamos a unas casitas, rodeadas de campos de maíz, unos niños juegan en la calle embarrizada por la lluvia y unas cuantas mujeres vestidas con sus trajes tradicionales nos miran y se ríen.
Luis entra a una de las casas mientras esperamos fuera y entonces nos llama, conduciéndonos a un de patio, donde hay una especie de graneros de adobe y techo de paja, de uno de ellos, que debe ser la consulta, sale Rafael, un hombre no demasiado alto, con una trenza como la que llevan la mayoría de hombres en el pueblo y con un sombrero muy curioso, habla con Luis en su idioma y la única palabra que entendemos es “Gringo”, palabra utilizada por los latinoamericanos para denominar a los extranjeros.
Rafael, está atendiendo a una señora y nos pide que esperemos en la habitación de al lado donde tienen el maíz extendido secándose en el suelo, mientras, conversamos con Luis que nos cuenta su proyecto de ir a Francia con John donde tienen un negocio de venta de productos chinos y artesanías de Ecuador, pero los sonidos de la habitación de al lado no nos dejan concentrarnos en la conversación….
Al rato, un señor viene a avisarnos, es el hijo de Rafael, que nos pide que entremos a la “consulta” y nos sentemos en una banqueta. A primera vista la sala de adobe con cuadros religiosos colgados en la pared, las velas, y todos los objetos en la mesa de este hombre, le dejan a uno atónito, el lugar es una mezcla entre místico y macabro.
Junto a Rafael, su hijo y su nieto presencian las sesiones.
Rafael nos cuenta que adquirió los poderes de sus antepasados, que se transmiten al tercer hijo, de generación en generación, el niño que está ahí de hecho adquirió los poderes de su hermano fallecido…..
En principio nuestra idea es conocer algo tan arraigado y profundo de estas tierras y que nos expliquen un poco los rituales y los objetos que utilizan, pero francamente, no les entendemos muy bien, así que de repente les digo que quiero probarlo.
- ¿Limpieza? – me pregunta Rafael , - ok. Le respondo…Jose me mira un tanto extrañado, pero que mejor manera de conocer estos rituales que teniendo la propia experiencia. Así que vamos allá con una purificación para eliminar toda fuerza negativa que pueda estar rondando alrededor. Me entra un sudor frío cuando oigo que Rafael me pide que me quite la camiseta y me coloque en el medio de la sala, entonces comienza toda una sesión de llamaradas que salen de su boca hacia mí, escupitajos de una bebida fermentada, huevos crudos, hojas de clavel, piedras humectadas en agua de rosas, ramos de hojas de agitándose alrededor de mi cuerpo y que acaban ardiendo en una de las esquinas de la habitación junto con los huevos y todo esto, acompañado de los sonidos y oraciones que habíamos escuchado antes “ chu, chu, chu ….. protégeme, sálvame ¡!!! “ A todo esto, durante la sesión, fuma como un carretero, con la colilla de uno enciende el siguiente... curioso.
Yo empiezo a evadirme de la realidad y a sentir sensaciones diferentes, relajación total …. mientras Jose presencia toda esta escena chamánica……hasta que Rafael me dice que me vista… he perdido hasta la noción del tiempo….¡ puffff vaya experiencia….. !
La prescripción para los próximos tres días: nada de sexo, ni ducha, ni comer cebolla, cerdo, leche, o picante.
En conclusión no nos hemos enterado de nada de la teoría pero hemos tenido una sesión práctica que no ha tenido desperdicio.

Cuando abandonamos el pueblo, vemos los carriles de la vía del tren colgando, son algunos de los destrozos que ha dejado la lluvia.
Seguimos nuestro recorrido por las tierras altas Andinas y hacemos parada en Peguche, para visitar unas cascadas consideradas sagradas por los Quichuas. Durante su fiesta del Inti Raymi, la fiesta del sol, vienen a bañarse en sus aguas para purificarse. Junto a las cascadas se encuentra un árbol milenario, “ el árbol de la fertilidad “, sin duda, es estas tierras hay muchos mitos, simbolismos y tradiciones.
Durante nuestro paseo, conocemos a Raúl y Mari su perra, otro local que emigró a España, a Denia, sin demasiado éxito y lo que le costó su matrimonio, ahora vive en Otavalo donde se ocupa de sus padres ya mayores. Hay tan buena conexión, que quiere invitarnos a comer e incluso que nos quedemos en su casa a dormir, lo cual le agradecemos muchísimo, pero como tenemos otros planes, quedamos con él en vernos en unos días, aunque notamos que se queda un tanto preocupado por nosotros.
Peguche es otro de los pueblos que merece la pena dar un paseo para ver como el tiempo se ha parado en sus calles, donde las tareas cotidianas de la gente son desgranar el maíz, secar la quinoa, cultivar los campos junto a la calle principal y preparar almuerzos para los locales o para los pocos visitantes.
Aquí, conocemos a Oswaldo otro chico Quichua que lleva una frutería y que al preguntarle el precio de los aguacates, enseguida reconoce nuestro acento, claro, él fue otro de los que emigró a España, lo gracioso es que tiene acento vasco hablando en español. Vivió en San Sebastian unos cuanto años, gracias a ello, ha podido montar su negocio y hacerse su vivienda, aunque nos cuenta que trabajaba sin descanso.
Políticos corruptos, destrozos ocasionados por fenómeno climático el Niño, caída del mercado del petróleo y las gambas, sumieron al país en 1999 en una crisis a la que el gobierno sólo le vio una solución, “ la dolarización $$$$ “, lo que hizo una modesta recuperación de la economía, pero sumió a muchísimos ecuatorianos en la pobreza absoluta, cuando un año antes 6000 sucres equivalían a 1$, en el año 2000 el cambio se había inflado dramáticamente a 25.000 sucres…la perdidas de las gentes fueron tremendas y obligó a muchos Ecuatorianos a dejar su país.
España acogió un gran número de estas gentes que entre otros sectores, trabajaron en la construcción y agricultura y que hasta que llegó la crisis en el 2008, pudieron hacer su pequeña fortuna para emprender sus negocios y construir sus casas en su patria, a unos les fue mejor a otros peor, pero no les quedó más remedio que probar suerte.
Los chicos de Ilumán, nos recomendaron que no dejáramos de ir a la laguna de Mojanda, un bonito lugar en el páramo, como siempre, llegar a estos sitios remotos, no es tarea fácil, pero el lugar es francamente grandioso, y para nosotros solos, pasamos un par de días, explorando este paraje solitario a más de 3500 m de altura y celebramos nuestro “Aniversario en la ruta”. Hace un año que iniciamos esta increíble aventura, no podemos decir que ha pasado volando sino todo lo contrario porque han sido tantas experiencias, aventuras, hemos aprendido tanto, sin duda muy intenso, y en tan sólo un año, el tiempo es relativo, por otra parte extrañamos a nuestra familia y amigos, nunca habíamos pasado tanto tiempo sin estar junto a ellos, aunque esta, es una buena razón.
Es viernes y ponemos rumbo a Otavalo, para ver el mercado del sábado, a la llegada nos encontramos con Raúl que estaba preocupadísimo por nosotros, y nos dice que nos quiere invitar a comer, así que organizamos una quedada para el sábado y así exploramos juntos la ciudad. Primero nos lleva al mercado de animales, donde los indígenas comercian con los animales, muy entretenido y luego vamos a recoger a su mamá para ir al mercado de artesanías, donde los colores de los telares y las artesanías junto con los bonitos trajes típicos de la mujeres otavaleñas, llenan de color las plazas de la ciudad. Después de visitar el mercado, nos reunimos con su papá para comer en uno de los comedores junto a su casa. Durante la comida, nos cuenta que hace un par de años, tuvo un percance, le dieron una bebida y lo drogaron quitándole todo el dinero y lo que llevaba encima, por eso estaba tan preocupado por nosotros.
Después de comer visitamos algunos de los sitios más emblemáticos de los alrededores como la Laguna de San Pablo y el árbol “ El Lechero” situado en un mirador con vistas al lago, que según los Otavaleños, ambos lugares, tienen una leyenda muy especial, que está basada en la leyenda que cuentan los indígenas de Otavalo.
“Dicen que en épocas antiguas, mucho antes de la llegada de los españoles, el sector atravesaba por una fuerte sequía que perjudicaba en gran cantidad a los sembríos, por ello las poblaciones locales decidieron ofrecer un sacrificio. De todas las doncellas de aquel entonces, una joven llamada Nina Pacha fue escogida para darla como sacrificio y de esa forma calmar la ira de las divinidades que causaban la sequía. Pero no se dieron cuenta que ella, Nina, tenía un novio, su nombre era Huatalquí, que cuando se entera del ritual que iban a realizar decide huir con su amada hacia un lugar lejano. Durante su escape, el yachag, shamán o sabio de la comunidad se da cuenta del grave engaño y pide clamando al ‘Taita Imbabura’ que castigue severamente a la desobediente pareja.
Cuando Nina Pacha y Huatalquí llegaron a la actual zona del pucará Rey Loma, salió un enorme trueno detrás del volcán Imbabura que tocó a la mujer e inmediatamente la convirtió en agua y con ella llenó poco a poco el valle seco de aquel entonces. Huatalquí arrepentido de esta situación lloraba y clamaba pidiendo al ‘Taita Imbabura’ que lo castigue a él también. Luego de tanta súplica salió otro trueno detrás del coloso que tocó al joven y lo transformó en el árbol lechero. La leyenda certifica que la cercanía del árbol hacia el lago San Pablo es la muestra del eterno amor que se tenían Nina Pacha y Huatalquí. “
Dejamos estas tierras llenas de mitos, leyendas y de gentes entrañables para adentrarnos en la Amazonia y como acontecimiento del día cruzamos las línea Ecuatorial.

A partir de aquí, comenzamos nuestro recorrido en el Hemisferio sur.
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