LA AMAZONIA, LOS INDÍGENAS HUAORANIS Y EL ORO NEGRO
- alaskatierrafuego
- 31 may 2017
- 9 Min. de lectura
Para visitar la Amazonía profunda, no hay otra alternativa que contratar a un guía o formar parte de una excursión organizada, y los precios son bastante desorbitados si uno quiere permanecer varios días.
Llevamos algunas semanas mirando posibilidades, no sólo en Ecuador, sino en otros países por los que pasaremos y que también forma parte de la cuenca del Amazonas, finalmente el más económico nos resulta Ecuador pero con el inconveniente de que es plena época de lluvias en el Oriente a lo que como solución le ponemos unos ponchos impermeables que nos compramos en Colombia.
Para hacer la excursión, nos decantamos por un guía Naturalista, Jarol Fernando que tiene autorización de los indígenas Huaoranies para guiar en su territorio, a lo largo del río Shiripuno, mucho más inexplorado que el Napo, afluente del Amazonas.
Llevamos varios días intentando acordar una fecha con él, pero por algún motivo no parece muy reactivo, lo cual nos sorprende teniendo en cuenta que el primer contacto fue bastante rápido, con lo que nos ponemos en contacto con otros guías pero los precios y los recorridos, no terminan de encajarnos, así que seguimos los intentos que por el momento parecen fallidos, tenemos la sensación de que no tiene gente suficiente para la expedición y no le es rentable……
En cualquier caso hemos decidido ponernos en marcha hacia la población El Coca, también conocida como Francisco de Orellana de donde supuestamente, parte la expedición.
El Nombre de este lugar, se debe al primer español que llegó al rio Napo después de cruzar la cordillera Andina, donde comenzó una expedición en busca de oro a través de la selva obsesionado con encontrar el Dorado. Después de ocho meses llegó al océano Atlántico, sin haber encontrado oro y con la mayoría de su tripulación muerta debido a los ataques de una población indígena, según Orellana mujeres guerreras, por lo que bautizó este río como Las Guerreras mitológicas griegas “Amazonas “.
En nuestro recorrido hacía la Amazonía nos acompaña un paisaje cambiante desde el páramo andino, a más de 4000 m del altitud pasando por el bosque nuboso , tropical, hasta llegar a la pura selva, y todo esto en menos de dos horas, es lo bueno que tiene Ecuador; junto con este increíble paisaje, también nos acompaña una tubería kilométrica en la que las pintadas frecuentes de protesta “ Destructor de la Amazonia“, “ TEXACO, CHEVRON 18 Millones de agua contaminada “ nos ponen al corriente de los desastres que ha traído el descubrimiento del oro negro en estas tierras.
Nuestra primera parada, la cascada Mágica, de la que nos de la que nos han hablado otros viajeros. Como se está haciendo de noche, queremos quedarnos aquí, en seguida, una señora sale de la casa de enfrente de la carretera, se dirige hacia nosotros y nos dice – Son 5 dólares si quieren pasar la noche.
En principio, no teníamos pensado pagar nada, sobre todo, porque sabemos que ahora el gobierno ha eliminado las tarifas para cualquier parque, pero la señora insiste y decidimos pagarle, al ver el paraje, no nos arrepentimos, esperamos al día siguiente para acercarnos a esta caída de 50 metros donde nos ponemos como sopas, una auténtica experiencia. A unos 10 kilómetros, en medio de la selva, la cascada de San Rafaél, 140 metros de caída que nos deja con la boca abierta, … auténticos espectáculos de esta naturaleza que por lo que presentimos y vemos están en peligro de extinción.
Conforme nos acercamos a Lago Agrio, la ciudad petrolera por excelencia y apodada así por los primeros trabajadores de la industria del petróleo que venían de Sour Lake en Texas donde se encuentra la sede de Texaco, pionera en las extracciones en la zona, comenzamos a ver refinerías, estaciones de bombeo y toda una infraestructura que nos daña la vista en medio de este paraje natural.
Las pequeñas poblaciones por las que pasamos parecen pueblos del oeste americano al estilo Sudamericano como aquellos que surgieron durante la fiebre del oro, estos han surgido de la misma manera durante la fiebre del oro, pero del negro, y esta es la realidad de la Amazonía en este país.
Hasta 1970, Ecuador era denominada la “República bananera” ya que la economía, estaba basada en exportación de bananas, pero el descubrimiento del petróleo en el Oriente en los años 60, cambió la economía y el rumbo del país para siempre, aunque por lo que vemos, parece que este descubrimiento, reporta poco a las gentes locales que viven en casitas de tablas de madera y techos de hojalata.
Entre 1964 y 1992 la compañía petrolera Texaco, más tarde conocida como Chevron, en cooperación con la compañía estatal petrolera Petroecuador, extrajeron más de 5,3 billones de litros de petróleo dejando atrás toneladas de desechos tóxicos. A lo cual la compañía y sus abogados alegaban que todo se había hecho de acuerdo a los estándares medioambientales del país. Más de 30.000 ecuatorianos representados por un abogado americano alegaban que Chevron-Texaco había vertido intencionadamente 18 millones de galones de crudo al agua destruyendo el ecosistema y contaminando el medioambiente , resultando en un aumento de casos de cáncer y abortos en la población local.
A partir de 1992, Petroecuador toma la mayoría de las operaciones de Texaco con lo que culpan a la compañía ecuatoriana de la existencia de la contaminación. Después de años y años de juicio, en 2011 Chevron es condenada a pagar 18 billones de dólares por los daños causados, pero por lo que oímos parece ser, que es el gobierno ecuatoriano el que va a cargar con estos costos…..Una historia interminable sin final feliz porque son las gentes locales las que han sufrido y siguen sufriendo este desastre.
En cualquier caso si los lazos con los americanos se rompieron ahora son los Chinos los que patrocinan el negocio, así que Ecuador sigue hipotecado hasta las orejas, permitiendo que sigan las excavaciones.
Coca, pasó a transformarse de lo que eran cuatro casitas a orillas del río Napo a convertirse en una ciudad sin encanto desarrollada al ritmo de la industria del petróleo, aunque este inmenso río, atrae a turistas y aventureros a recorrerlo.
Nosotros nos dirigimos al Hotel Auca, donde en un principio Jarol nos dijo que podíamos dejar el coche, e intentamos localizarlo para concretar.
Finalmente, y después de varios intentos contactamos con él, la expedición parte mañana.
Temprano, al siguiente, un par de camionetas vienen a recogernos, se unen Kevin y Rachel una pareja de Australianos y con ellos ponemos rumbo hacía el rio Shiripuno. Desde Coca hay un par de horas hasta que llegamos a un puesto de control junto al río donde entramos en contacto con el pueblo indígena de esta área, “Los Huaorani”.
Los Huaorani, “son o eran”, la tribu indígena más aislada de la Amazonía en Ecuador, con una población de unos 4000, tienen la reputación de guerreros y defienden su territorio de los extranjeros que pueden ser tribus rivales o las compañías de petróleo. Todos sus recursos para su supervivencia vienen de la selva, alimentos, medicinas, veneno para utilizar en pesca y caza y alucinógenos para sus rituales. Son conocidos como los AUCA que en Quichua significa “Salvaje”, lo que ellos encuentran ofensivo.
En la garita, un señor que parece que va en pijama nos pide los pasaportes y la cartilla de vacunación….
- ¿Cartilla de vacunación? – Pues no la llevamos con nosotros le comentamos.
– Pues lo siento mucho pero no pueden entrar al área Yasuní porque hay indígenas que nunca han estado en contacto con el mundo occidental y hay peligro de que se contagien de alguna enfermedad tipo fiebre amarilla.
Yo le juro al hombre que estamos vacunados de la fiebre amarilla y de todo lo que hay que vacunarse pero que nos la hemos dejado. Finalmente, accede a dejarnos pasar. A todo esto los australianos, no se enteran de nada… y nos preguntamos donde está nuestro guía que ni siquiera nos había dicho lo de las vacunaciones.
Después de hacer un registro a nuestro equipaje, el hombre del pijama, nos comenta que han habido incidentes violentos con algunos grupos indígenas los Tagaeri y Taromenani pertenecen a los Huaoranies pero estos han elegido el aislamiento voluntario para vivir como lo han hecho durante siglos sin la influencia del mundo occidental, pero en lo que no titubean es en quitarse del medio a cualquiera que entre en su territorio. Hace años, un misionero español fue asesinado junto con una monja colombiana cuando iban a mediar debido a los conflictos que había con las compañías petroleras. Pero lo que nos deja todavía más atónitos es que hace un año un chico Huaroani que trabajaba en Ecoturismo fue asesinado atravesado por varias lanzas cuando cortaba con una motosierra un tronco que había bloqueado el río, su esposa sobrevivió aunque le atravesaron la pierna…. Estas historias escalofriantes sucedieron un par de horas río abajo de donde supuestamente está nuestro campamento base; En lo que insiste, es en que no abandonemos el lugar sin ir acompañados de nuestro guía.
Después de la tensión acumulada con los documentos y las historias de asesinatos, me salgo a fuera a tomar un poco de aire, justo en la puerta, un Houarani empieza a hablarme, lleva un look muy curioso, con su pelo largo sus collares y vestido como de los años 60, la verdad que no me entero muy bien de lo que me dice y en seguida, una señora con un bebé se une al grupo. Ellos viven a unas seis horas río abajo, y parece ser que hace unas semanas, un puma estaba husmeando junto a su casa y fue el bebé quien notó la presencia y empezó a llorar….. ¡pues vaya tela!….. parece que las historias no mejoran en este territorio hostil.
Una lancha se acerca, son Oso y su esposa, un matrimonio Huaorani que junto con Jarol llevan el proyecto eco-turístico, la esposa nos pide 40 $ de acceso al parque, nos preguntamos si este dinero se reparte entre el resto de la comunidad.
Una vez que ya está todo en la lancha, Jarol se despide de nosotros nos deja con Oso, su esposa, Omar un chico Quichua que parece que va a hacer guía y Leo que no sabemos muy bien lo que es ….
- ¡¿ Qué? ! Nos quedamos un tanto desconcertados, puesto que pensábamos que él iba a ser nuestro guía….. ¡ parece que no empieza demasiado bien la expedición ! aunque intentamos relajarnos y disfrutar…..

El descenso del rio es una pasada hace una tarde perfecta, rodeados de una vegetación intensa y de los sonidos de la selva, francamente idílico, pero esto dura poco, en cuestión de una hora, una lluvia intensa descarga encima de nosotros, por suerte, los ponchos nos libran de haber acabado como sopas… Después de cuatro horas río abajo, llegamos a nuestro campamento, básico pero perfecto desde donde vamos a explorar el parque Yasuni, un de las reservas con más biodiversidad del mundo.
Lo que no nos hace tanta gracia es la vecina que tenemos en nuestra habitación, ¡una pedazo de tarántula ¡……. que junto con las historias de lanzas y asesinatos hacen un poco difícil conciliar el sueño.
Finalmente, acabamos acostumbrándonos a la vecina peluda, que según Omar es inofensiva aunque le gusta rondar por las habitaciones y empezamos a disfrutar de la naturaleza que nos rodea, de los sonidos que nos acompañan cuando vamos a dormir y de los que nos despiertan.
Al ser una parte tan aislada del parque, los senderos que exploramos son las rutas de caza creados por los Huoranie, aunque algunas hay que ir haciéndolas sobre la marcha, la ruta es hostil pero fascinante. Sumidos en esta jungla uno nunca sabe con lo que puede toparse, desde una araña en la cara hasta pisar una serpiente venenosa.
Sin duda la fauna que tenemos el privilegio de observar es una auténtica pasada, los insectos más curiosos que nunca habíamos visto, arácnidos multicolores, ranas venenosas, escorpiones, monos nocturnos, aulladores, Titi, Tucanes, papagayos y toda una gama de aves exóticas… y aunque algunos como el puma que no podemos observarlos, percibimos que están cerca…., sus huellas nos lo confirman.
Con Omar, aprendemos todo lo que la naturaleza puede ofrecer y la supervivencia en estas tierras.
Probamos platas medicinales, hormigas con sabor a limón, hojas con sabor a ajo, y a canela e incluso degustamos el veneno que utilizan los indígenas para cazar.
Por las tardes vamos a pescar pirañas y peces gato que luego degustamos.
y por la noche, hacemos caminatas nocturnas para observar insectos y animales. Omar nos pide que apaguemos las linternas, y en unos segundos, miles de luces fluorescentes nos rodean, parece que estamos flotando, envueltos por los sonidos del lugar, las estrellas y estas increíbles luces que junto con la silueta de los árboles nos transportan al universo mágico de la jungla.
A la subida, de vuelta a Coca, paramos en una de las comunidades Huoranie, el patriarca Gabo nos espera a la orilla del río, sonriente y con un look bastante discreto, porque normalmente no usan ropa. La comunidad es familiar, como la mayoría en esta tribu, así que en los sitios más remotos, acaban casándose los unos con los otros.
En la comunidad, vemos un poco el estilo de vida, las plantas y frutas que utilizan como medicinas y para decorarse el cuerpo además de aprender a utilizar la cerbatana.
Detrás de una de las cabañas, hay una tumba, Omar nos dice que es el hijo de Gabo quien fue asesinado el año pasado por los Tagaeri, el silencio invade el momento, no tenemos palabras…. Cuando dejamos el poblado, apretamos fuerte las manos de Gabo, posiblemente el último superviviente auténtico de esta comunidad.
La mayoría de familias Huaorani, ahora sueñan con tener un yacimiento de petróleo en su terreno para ofrecerlo, a cambio, reciben unas barcas o unas cabañas. De esta manera la familia tiene la vida resuelta, o eso piensan.
Esta es la nueva conquista del hombre blanco, y por lo que pinta no tiene fin….. Triste realidad para estas maravillosas tierras de las que más de un tercio ya ha sido devorada por las compañías petroleras.
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