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EL RITMO DEL CARIBE Y SUS VAMPIROS NOCTURNOS.

  • alaskatierrafuego
  • 24 feb 2017
  • 5 Min. de lectura

La ruta que une el Pacífico con el Caribe, es una auténtica maravilla, reservas naturales y selvas tropicales formadas por la división continental, a pesar de que son unas cuantas horas de conducción, el recorrido es bastante ameno, hasta que nos acercamos a Puerto Limón, la población que alberga uno de los puertos más importantes de Centro América y esto origina un tránsito de camiones considerable con un atasco que nos obliga a buscar un sitio para dormir porque no llegamos a Cahuita, nuestro destino.

Vemos una gasolinera, con lo que preguntamos al responsable que amablemente nos permite pasar la noche y usar las duchas y aseos.

La costa del Caribe al sur de Costa Rica, está habitada por los descendientes de los inmigrantes Jamaicanos que fueron traídos en el siglo XIX para la construcción del ferrocarril, y ciertas comunidades indígenas como la Coclé, también de color.

Por la mañana llegamos a Cahuita, una pequeña población con ritmo y color totalmente caribeño, aquí el reagge es la música estrella y los turistas son escasos, un sitio bastante auténtico.


Nos instalamos en Playa negra, una playa de arena negra y aguas azul intenso, perfecta para unos días, aunque al caer la noche, la presencia de los vampiros nocturnos, nos obliga a atrincherarnos dentro la casita porque no hay tregua… mientras conversamos tranquilamente, oímos ruidos que vienen de fuera, voces de chicos que nos hacen sospechar, porque para variar ya nos habían avisado que “ojito con la zona caribe”. Jose decide salir y se encuentra a dos chavales escondidos detrás de nuestra camper con una moto…. Le cuentan que los iba persiguiendo la policía por vender mota, o sea marihuana que es muy común en esta zona y que han visto la escapatoria detrás de nuestra casa así que se han lanzado con la moto y se les ha roto. Finalmente Jose le ayuda a arreglar la moto y salen cortando….para agradecernos la ayuda, nos ofrecen quedar con ellos en el pueblo, pero no sé yo si es buena idea…

La noche continua movidita, un regimiento de mosquitos se ha colado en la casa y no hay manera de pegar ojo… y cuando ya caemos rendidos, un ruido en el techo nos despierta sobresaltados… ¿ que ha sido eso?, por la mañana descubrimos que un coco que ha caído de unos 15 metros de altura nos ha destrozado el aparato de aire acondicionado dejándolo destrozado…. Bueno por lo menos no nos ha caído en la cabeza, otra cosa a tomar en cuenta a la hora de montar el campamento.



Cahuita tiene una pequeña reserva de bosque tropical junto a las aguas turquesas del caribe, y con una fauna que parece que sale a recibir al visitante, perezosos, monos auyadores, coatís, mapaches nos rodean en este recorrido que hacemos junto a Vanina, un chica argentina con la que compartimos experiencias y que nos adelanta la maravillas que nos esperan en su país.


El aroma a coco y el ritmo de Reagge dan un sabor especial a estas tierras, pero las gentes nos resultan un tanto hostiles, aquí no van derrochando Pura Vida como en las tierras del Pacífica, por lo menos esa es nuestra sensación, sin más en el parque un guía que iba con un grupo, me quería cobrar 5$ por hacerle una foto a una serpiente que el mostró al grupo, pero como yo le digo, esto ha sido la casualidad, que esperaba ¿ Que cerrara los ojos?.

Tenemos escasez de agua y necesitamos una ducha desesperadamente, así que esperamos recargar en Puerto Viejo, una población con gasolinera y mucho ambiente, pero en la gasolinera nos dicen que no, incluso si llenamos el tanque no nos la regalan, ni siquiera nos la venden, en el pueblo andamos preguntando en tiendas y establecimientos donde vemos una manguera, pero no hay manera, todos nos dicen que apenas tienen agua, que hay sequía y que la tienen racionada…. Seguimos conduciendo de arriba abajo a ver si encontramos algún riachuelo, y finalmente encontramos uno con el agua más o menos limpia, así que a garrafones, nos llenamos el depósito. ¿Cuándo nos habíamos planteado en Europa el abrir el grifo y no tener una gota de agua? Nunca un recurso tan imprescindible del que mucha en el mundo está privado.


Desde Puerto Viejo, conducimos hasta Punta Uva, una playa que nos deja con la boca abierta, aguas turquesas, arena blanca, cocoteros y selva, la foto perfecta del Caribe, pero al caer la tarde los pequeños vampiros atacan, y esta vez sin piedad, dejándome fuera de combate durante un par de días.

Cerca de Punta Uva, hay otra reserva, Manzanillo donde se puede hacer snorkel y disfrutar de unas playas preciosas, aquí nuestra casita se convierte la estrella del lugar y no hay nadie que pase por delante y que no se pare a preguntarnos, Maat y Dawin, dos chicos californianos, están muy interesados así que nos proponen visitar la reserva juntos mientras les contamos todos los detalles de nuestra aventura.


A la salida del parque, instalamos nuestro campamento junto al de unos Ticos. Facundo es el jefe de la tribu, un hombre de edad madura que nos cuenta historias de la época hippie mientras se deleita con sus cigarritos mágicos, parece ser que una comunidad de americanos se instalaron en estas playas en los años 70 y establecieron una comunidad hippie donde se pegaban el día fumando marihuana y volando con los ácido alucinógenos hasta que declararon las tierras como reserva estatal y los pusieron de patitas a la calle.

Facundo y otros dos chicos están esperando a un tercero que parece ser va a traer los víveres para la comida, y así es, vuelve con pescados y langostas para un regimiento, estamos de risas con ellos cuando llega la policía, parece ser que es ilegal pescar en la reserva y alguien ha dado el chivatazo… nosotros disimuladamente salimos de la escena del crimen antes de que llegue una segunda patrulla que hacen un registro de todo su campamento, después de unos momentos de tensión, se despeja la escena del crimen y disfrutamos de unos pescados riquísimos.


Despedimos Costa Rica con un encuentro Tobarreño de primera, Adrián y Mónica están de vacaciones por estas tierras y nos hemos pegado una cena el más puro estilo caribeño con piñas coladas incluidas, es curioso como el destino une a las personas, y en este caso “ El bar de Juan “ nos unió justo antes de comenzar la aventura y gracias a ellos pudimos tener una dirección en los EEUU para registrar el vehículo, y ahora tenemos la oportunidad de celebrarlo juntos. ¡ Un placer chicos ¡ Encuentro breve pero inteso !



 
 
 

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