EL SALVADOR, CRÓNICA DE UNA GUERRA - EL SALVADOR, CHRONICLE OF A WAR
- alaskatierrafuego
- 21 ene 2017
- 7 Min. de lectura
Corren finales de los años 70 y principios de los 80, el descontento y opresión de la clase trabajadora campesina provoca levantamientos y revueltas que desembocan en guerras civiles en algunos países Centroamericanos. A toda esta situación se une el contexto Internacional, la Guerra Fría entre EEUU y la Unión Soviética, lo que provoca que el "Tio Sam", esponsorice estas guerras en su lucha contra el Comunismo. El Salvador es uno de esos países que vivió unas de la guerras civiles más brutales y durante nuestra visita no queremos dejar de visitar Morazán, una de las zonas más importantes donde se encontraba la sede principal del FMLN ( Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional) o más conocida como la Guerrilla Salvadoreña

Dejamos la costa del Bálsamo, los surferos y los calores para adentrarnos en la montañas nororientales del país, aproximadamente cinco horas nos separan de nuestro destino, Pequín, pero sin duda creemos que esta visita va a merecer la pena.
A la llegada, ya casi al oscurecer, dejamos nuestra casita en el parking del museo de la guerra que queremos visitar al día siguiente y ahí nos dicen que hay una simulación de lo que fue un campamento guerrillero muy cerca, así que ahí vamos, el chico que encontramos, nos pone en contacto con un ex – guerrillero que nos conducirá a través de un viaje fascinante pero a la vez muy emotivo por lo que fue la zona de Guerra, las bases de los campamentos, las áreas de entrenamiento y los pueblos donde se produjeron los masacres más violentos de esta guerra.
Por la mañana a las siete, un señor se acerca a nuestra camioneta, es José Rafael, un ex -guerrillero que ahora se dedica a mostrar al mundo lo que fue aquella guerra brutal. La verdad que si hace diez años me dicen que iba a conocer a un exguerrillero salvadoreño, no lo hubiera creído, sinceramente estar enfrente de un hombre que ha vivido una guerra en sus propias carnes impone.
José Rafael, es un hombre de unos 55 años, parece un tanto tímido y a simple vista, no diría que es un soldado con su camiseta turquesa grabada como Guía de la Ruta de la Paz como se le llama a la ruta por donde se desalojó todo el armamento del conflicto cuando llegaron a los acuerdos de Paz. Pero hay que tener en cuenta que la mayoría de la gente que participó en esta guerra no eran militares ni soldados, sino civiles que muchos fueron obligados a alistarse para luchar con el ejército del gobierno. De lo que si nos percatamos enseguida es de que le faltan las ultimas falanges de los dedos de la mano derecha, sin duda causa del conflicto.
Nuestro primer destino de este viaje comienza en el Mozote, para llegar, uno dobla hacia la derecha en la calle negra y comienza ascender. Pronto la pendiente se toma más inclinada, la vegetación tropical, da lugar a bosques de pinos y el aire se vuelve más liviano y fresco, las matas de maíz y maguey resaltan entre los árboles, y desde la tierra roja en las faldas de la montaña, se levantan grandes rocas blanquecinas. Finalmente un letrero anuncia “El Mozote”
Esta aldea en medio de las montañas vivió una de los masacres más brutales durante la guerra, los soldados del gobierno, aterrorizaron y finalmente exterminaron a casi todos los residentes de esta pequeña población y de los caseríos vecinos, que fueron concentrados aquí con el engaño de que se les iba a proteger y darles comida, se estima que unas 757 personas fueron asesinadas pero sólo se han hallado 143 cuerpos de los que 131 eran niños. Sólo hubo una superviviente, Rufina Amaya que milagrosamente logró escapar de esta masacre pero que perdió a sus cuatro hijos y a su esposo, ella es la única testigo que pudo sacar a la luz meses más tarde lo que allí había sucedido. Aunque en un principio nadie la creía, junto con unos periodistas del Washington Post y del New York Times, toda esta historia se sacó a la Luz. “Luciérnagas en la noche “ es un libro que se adentra en esta oscura y triste historia.
Mientras andamos por el pueblo, y hablamos con la gente no paramos de conmovernos al ver los balazos de metralla en la paredes, o al preguntar a alguno de los vecinos, que responden, gracias a Dios que mis padres nos sacaron justo antes de que pasara o delante del monumento que se ha construido con todos los nombres de los que allí perdieron la vida.
Este pueblo quedó completamente destruido pero con los años, los nietos o hijos de los que allí vivían han reconstruido sus vidas.
De ahí tomamos un camino que nos lleva a otro monumento en lo alto de una colina que rinde también homenaje a todas la víctimas, aquí sentados, mientras nos comemos una banana, divisando el paisaje que un día fue zona de guerra y nada más que imaginarlo le pone a uno los pelos de punta, Rafael nos cuenta su historia.
Este chico de 17 años, de convicciones religiosas que fue llamado por el ejército del Gobierno para formar parte de conflicto. Su madre recogió firmas de vecinos y amigos influyentes, como abogados para pedir que no lo alistarán, pero el capitán del ejército tomó esta carta con firmas como un signo de cobardía por parte de este hombre y de que no quería luchar por su país, y que si él no se quería hacer un hombre de verdad, podía irse pero le advirtió que el escuadrón de la muerte se ocuparía de él. Con esto, las dos únicas opciones que le quedaban, como al resto de los jóvenes salvadoreños, eran: huir como refugiado a otro país, (la mayoría fueron a los Estados Unidos), o bien unirse a la guerrilla y luchar contra el ejército. Y esto último fue lo que hizo, luchar durante once años hasta el final de la guerra. Durante todo este tiempo él estuvo desparecido para su familia.
La juventud de este hombre fue completamente truncada por esta guerra y cuando se firmó la paz, decidió apartarse de todo y retirarse al campo. Años después volvió a la vida política y es miembro del ahora partido político FMLN, desde donde trata de colaborar para ir en la dirección correcta y mostrar al mundo lo que fue el conflicto armado.
Durante la visita al Museo, vemos en cierto modo que Rafael, se siente como pez en el agua, le fascina enseñarnos cada una de las armas que utilizaban, explicarnos cada una de las fotos que se conservan tanto del conflicto como de los personajes que participaron en él. Hasta hay partes de helicópteros que fueron derribados en la zona, uno de ellos el del más sanguinario coronel Domingo Monterrosa, responsable de la masacre del Mozote, que pensando que había capturado una de las radios de la Guerrilla, reventó en los aires ya que lo que llevaba en sus manos era una bomba, y cayó en la trampa.
Lo que observamos durante la visita al campamento Guerrillero es el ingenio que tenían que ponerle estos hombres y mujeres que también participaban en la Guerrilla para poder combatir a al ejército apoyado por los EEUU que invirtieron millones de dólares en armamento desde helicópteros, carros blindados, tanques, provisiones, formación etc…. Mientras que la Guerrilla sólo disponía de fusiles de asalto, y lanzagranadas y algún que otro misil que compraban en el mercado negro o enviados de Cuba o Rusia, que daban su apoyo a este grupo revolucionario.
Entre sus tácticas estaban colocar cables entre cerro y cerro para derribar a los helicópteros o destruir puentes para evitar el paso del enemigo, incluso construir cocinas estilo vietnamitas que a través de conductos conducían el humo a kilómetros de donde se estaba cocinando para despistar al enemigo,
Es fascinante ver los croquis de ataques que también están expuestos en el museo, aunque lo que hay detrás estos dibujitos que parecen de niños eran hombres matándose. Rafael nos cuenta que durante el ataque y destrucción del puente Cuscatlan, al que tan sólo tres compañeros sobrevivieron y el quedó sordo durante más de diez días durante los que tuvo que seguir combatiendo.
En otra ocasión se perdió en el bosque ya que sus ataques eran nocturnos y cayó en manos del enemigo que intentó acribillarlo pero pudo huir andando casi en cuclillas pero resultó herido nos comenta. Puff hasta me sabe mal que nos cuente estas cosas, yo no se si podría contar estas historias si las hubiera vivido en mi propia piel.
Durante la visita podemos también ver lo que eran los estudios de la radio clandestina de la FMLN “Radio Venceremos” y sus locutores, que retransmitían diariamente todo lo acontecido en el conflicto y que todos los guerrilleros escuchaban diariamente.
Pero el momento más emotivo de la visita es delante de la tumba del Rodrigo Cifuentes Carmosa, más conocido como ¨Jose Luis El Chileno” revolucionario de corazón que se unió a la causa salvadoreña y fue comandante de Rafael, las lágrimas están a flor de piel.
Después de años de guerra, el gobierno de Reagan se dan cuenta de que el FMLN no es una banda de revolucionarios inexpertos sino que estaban muy bien organizados, pero siguen inyectando dinero para la causa a pesar de las tácticas sangrientas y contra los derechos humanos que se estaban cometiendo, como las masacres de civiles en zonas que ellos consideraban rebeldes, el asesinato de Monseñor Romero y de otras gentes de la iglesia que defendían los derechos de estas gentes. Sin duda, la Guerrilla hubiera ganado si no hubiera sido por la ayuda americana, pero finalmente Naciones Unidas tuvo que mediar debido al agotamiento de ambos bandos unido a la caída del comunismo en Europa con la caída del Muro de Berlín debilitó el apoyo de la Guerrilla.
El FMLN ahora en el gobierno, ha demostrado ser un modelo de ejemplo de transición de una organización guerrillera a un partido político que ha ganado la confianza del pueblo.
Después de siete horas con nuestro Ex -guerrillero y con un nudo en la garganta nos vamos al centro del pueblo, tanta información nos ha dejado exhaustos y hay que reponer fuerzas, así que unas buenas pupusas alivian el hambre. Aquí parece que viene pocos extranjeros, porque todo el mundo se nos queda mirando, pero como siempre en el Salvador la gente es amable y simpática.
Vemos mucho revuelo y están montando un escenario así que preguntamos y nos dicen que son las fiestas por el patrono, San Sebastián.
¡¡Premio !! Esto nos vendrá bien para alegrarnos un poco el espíritu. Carrozas, conciertos, pero lo mejor y más divertido el jaripeo, una especie de corrida de toros mezclado con rodeo y con animación artística de “El bombón asesino”, una rubiaca que pone la guinda al pastel.
El floklore está servido en este espectáculo salvadoreño, no está mal como cierre de la visita a este magnífico país al que quisimos darle una oportunidad y no nos ha defraudado, sino todo lo contrario.
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