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A CHICHICASTENANGO CON LOS SALVADOREÑOS - TO CHICHICASTENANGO WITH THE SALVADORANS.

  • alaskatierrafuego
  • 22 dic 2016
  • 7 Min. de lectura

Bien temprano por la mañana ponemos rumbo a nuestro nuevo destino, Chichicasgenango un pueblo rodeado de montaña que parece haberse quedado anclado en el siglo pasado y que nos llama la atención por sus mercados indígenas tradicionales.

Justo a la salida del parqueo donde nos hemos quedado a pasar la noche están sentados en una banqueta Christian y Gris, dos de los chicos salvadoreños que conocimos el día anterior, parece ser que han decidido separarse del resto del grupo y tomar su propio camino, y nos piden si podemos llevarles a Cobán. Desalojamos los asientos traseros y emprendemos ruta los cuatro, el camino que para la venida había sido muy pesado, ahora parece un poco más ameno con la cháchara que llevamos.

Al llegar a Cobán, les preguntamos que quieren hacer y como no lo tienen muy claro, deciden venir con nosotros a Chichi a ver el mercado indígena del que les hemos hablado.


La Ruta hacia Chichi comienza con un panel “ Ruta peligrosa, usted viaja a su propia cuenta y riesgo” pues parece que vamos de Guatemala a Guatepeor, y nunca mejor dicho, el caso es que no hay otro camino para llegar desde donde estamos y cuando preguntamos nos dicen que "se puede" respuesta común entre los guatemaltecos. Ahí vamos por estas carreteras perdidas de la mano de Dios, y donde parece que las rocas de las montañas se van a despeñar encima de nuestra casita, pero como siempre disfrutando de un paisaje precioso y de los niños que se quedan embobados con nuestra nave, como le llaman muchos.


Está oscureciendo y hay que buscar refugio, además ahora tiene que ser refugio literalmente porque ellos duermen en una tienda, un poco más adelante vemos un restaurante de carretera con una terraza cubierta de cañizo, el dueño Chancho nos acoge cordialmente y nos dice que podemos acampar en el restaurante sin ningún problema, el sitio tiene unas vistas a la montaña magníficas y la temperatura es fresquita, parece que empezamos a sentir un poco el clima navideño.

Gris es pintora, y muy buena así que mientras conversamos con Christian, nos hace unos retratos increíbles, luego acabará haciendo retratos a todos los niños que hay en el restaurante.


Gris y Cristian son unos chico bastante atípicos, tienen un conocimiento que nos deja a veces alucinados, han pasado su vida leyendo y aprendiendo todo tipo de disciplinas.

Las conversaciones con ellos son altamente intensas, damos un repaso a la realidad de las maras en el Salvador y de ahí pasan a biodescodificación, bioneuremoción, rituales magia...., de ahí a historias un tanto irracionales y paranormales, sobre todo para occidentales. Esto se pone demasiado intenso la verdad, y llega un momento en que quedamos un poco abrumados.

Después de tantas historias se nos ha abierto el apetito, así que Chancho nos prepara unos huevos revueltos, unos frijoles y unas tortillas de maíz recién cocidas en el comal.

Al rato, un grupo de hombres en un tráiler lleno de vacas para delante del restaurante, están discutiendo algo en Quiché y no nos enteramos muy bien lo que pasa pero parecen preocupados, Chancho viene y nos pone al corriente de la situación, una de las vacas se ha caído en el remolque y no hay manera de levantarla, poco después acude otra cuadrilla de hombres y entre todos, intentar ponerla de pié, pero finalmente se le muere, para evitar que se pudra, tienen que sacarle la sangre así que le pegan un tajo en el cuello y ponen un cubo para recogerla, esto es una escena Tarantina total. Gris me dice si quiero tomar una foto, y la verdad que no sé, con tanto hombre y la vaca con la cabeza colgando…. Pero por otra parte quiero ver la escena en primer plano y allá vamos, les preguntamos si podemos disparar pero quieren dinero a cambio, pero yo sin más disparo y salimos cortando disimulando.



Al día siguiente mientras yo me quedo escribiendo un rato, los chicos se van a dar un paseo por el río, y a la vuelta emprendemos ruta, es todo carretera de montaña y llena de baches, agujeros y hay que ir esquivándolos, lo cual dificulta bastante la conducción, volvemos a confirmar que las carreteras de Guatemala son lo peor de lo peor. Se nos está echando la noche encima y aunque comentamos de quedarnos en algún pueblo antes de Chichi, sólo queda en el comentario, así que continuamos, para facilitar la conducción, está lloviendo y la visibilidad empieza a disminuir, conforme nos acercamos a Chichi, la carretera se vuelve más angosta y empinada, las curvas que aquí llaman gancho de lo cerradas que son, meten miedo, pero llevamos un piloto excelente…. De repente en una de esas curvas Gris que va de copiloto dice un tanto alarmada, -¡ para para, vamos en sentido contrario !, justo en la curva no hemos visto que la carrertera se bifurcaba en dos y hemos cogido el sentido contratio, un camión nos viene de frente y empieza a pitarnos, pero no podemos pasar a nuestro carril porque hay una especie de zanja de drenaje de recogida de aguas bastante profundo, así que hay que echar marcha atrás, pero lo coches y camiones a toda velocidad vienen sin cesar, y Gris y yo tenemos que bajarnos y guiar a Jose e intentar esquivar el tráfico que viene muy loco, mientras Christian se pone a rezar o a meditar. Finalmente lo conseguimos aunque a mí me pega un ataque de ansiedad y exploto a llorar….. Menos mal que Jose ha sabido conservar la calma en todo momento.

Unos kilómetros más adelante vemos el panel de “ CHICHICASTENANGO” - ¡lo conseguimos !.

Nuestra idea es aparcar en un campo de futbol abandonado que tenemos de referencia de otros viajeros, pero al llegar lo que nos encontramos es una feria por todo alto, coches de choque, norias, barcos piratas y todo tipo de atracciones, así que hay que buscar otro sitio. El pueblo está cargadito y no es fácil el tránsito, vamos a preguntar al primer parking que vemos, pero nos quieren sacar una pasta y si pensamos quedarnos un par de días se nos sale de presupuesto, así que vamos a probar suerte en una gasolinera que vimos a la entrada del pueblo.

Les pedimos a los gasolineros si podemos quedarnos un par de días y después de media hora de deliberación en Quiché nos dicen que sólo podemos quedarnos una noche por 5€ pero que al día siguiente tenemos que salir a las siete de la mañana. Bueno, por lo menos tenemos refugio para esta noche, y mañana ya veremos, mientras los salvadoreños instalan su tienda de campaña, y preparo unas lentejas para calentarnos porque aquí en la montaña hace bastante frío y además está lloviendo.

Al día siguiente intentamos convencer a los gasolineros de que nos dejen quedarnos otro día pero nos dicen que no puede ser que su jefe necesita el espacio y que no es posible, seguimos insistiendo y entonces momento de deliberación de nuevo, nos preguntamos por qué necesitan tanto tiempo, Gris y Christian nos dicen que intentemos concentrarnos en verles una aura amarilla alrededor, de sus siluetas, es lo que ellos hacen en situaciones de emergencia. Unos minutos después uno de ellos nos dice que podemos quedarnos y que nos cobra la mitad, “pues va a ser que lo de pensar en amarillo funciona”.

Para llegar al centro, nos ponemos en la carretera a hacer dedo y un hombre nos recoge en la parte de atrás de su pick up, nos hemos ahorrado el autobús.


A la llegada al centro la música, los petardos y una procesión nos sorprenden gratamente. Preguntamos qué es lo que se celebra y nos comentan que son las fiestas de Santo Tomás, el patrón del pueblo, y por lo que vemos parece ser que lo celebran por todo lo alto.

Chichicastenango es un lugar interesante donde la chamanería, las ceremonias y rituales pre-cristianos se mezclan con creencias religiosas cristianas y esta celebración nos muestra esa fusión que nos parece fascinante.

Los santos con sus tronos emplumados y llenos de espejos y los billetes en sus ropas le dan a la procesión un toque un tanto rocambolesco.

A los santos les siguen penitentes, comparsas de danzantes representado a los conquistadores españoles, lanzadores de petardos y de fondo la Macarena de los del Rio se mezcla con cánticos tradicionales y aromas de incienso y copal y de fondo el colorido de los trajes de los indígenas Masheños que contemplan el espectáculo.

A mí me parece un cocktel de nuestra Semana Santa, la fiestas de San Roque, de San Antón y el carnaval, y los pelotazos del estilo, pero con un toque indígena, todo muy folklórico, así que me ha pegado un subidón increíble.

Las calles y la plaza principal están repletas de gente, no cabe un alfiler, un verdadero espectáculo con músicas que se entremezclan, petardos que no cesan y puestos de comida típica.


Nuestros amigos salvadoreños comienzan a sentirse un poco agobiados en esta explosión de gente, ruido y humo y para colmo Cristian se percata de que le han abierto el bolso y le han robado la cartera.

Pero lo mejor para calmarse y relajarse en una buena comida típica, así que nos ponemos las botas con deliciosos platos tradicionales y luego unos dulces del mercado.

Encontramos un sitio en la escalinata de la Iglesia donde descansar y esperar a que oscurezca para ver el castillo de juego artificiales, y entre tanto, una señora indígena se me pone a hablar, es la primera vez que nos dirigen la palabra, ella me cuenta que una chamán y me habla de sus ceremonias que son secretas.

Yo se la presento a Cristian y Gris, estoy segura que tienen mucho que compartir y así Jose y yo aprovechamos para dar una vuelta por el bullicio.


Un par de horas más tarde vamos a colocarnos cerca de donde está el castillo pero una avalancha de gente que quiere verlo nos arrambla, no podemos movernos, menos mal que somos más altos que ellos y llevamos la cabecilla por encima lo cual nos hace soportar el agobio de gente hasta que encontramos un sitio desde donde divisar los fuegos artificiales fuera de la locura.

Poco después Jose se percata de que le han rajado la mochila parece que con una navaja y le han quitado el móvil y algo de dinero, incluso llevándola delante, muy hábiles agudos para no habernos percatado, y han tenido suerte de que no los han pillado porque aquí no se andan con tonterías con los rateros “ Ladrón atrapado, ladrón vapuleado “. En fin nos hemos hecho populares en la policía turística y nos condecen el privilegio de escribir en la pizarra de delitos el nuestro.


Al día siguiente los salvadoreños deciden ponerse en ruta hacia Antigua, Chichi es demasiado para ellos, nosotros decidimos pasar la mañana paseando por el mercado y empaparnos de los colores, aromas y sabores que envuelven las calles de Chichicastenango.








 
 
 

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