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LA ODISEA PARA LLEGAR A SEMUC CHAMPEY – THE ODISSEY TO REACH SEMUC CHAMPEY.

  • alaskatierrafuego
  • 18 dic 2016
  • 8 Min. de lectura

Hemos oído que Semuc Champey es uno de los sitios más bonitos de Guatemala, así que hay que ir a visitarlo.

Desde Río Dulce, hay tres rutas que Jose lleva un par de días dándoles vuelta a ver cuál cogemos, así que con la información que hemos recopilado de gente y los kilómetros que hay que recorrer, vamos descartando, una porque son muchísimos kilómetros aunque la carretera parece ser que es buena, otra porque es de montaña y sin asfaltar, y la que elegimos parece que guarda un balance entre kilómetros y condiciones de la ruta.

Son 180 km lo que separa Río Dulce de Semuc, llevamos 4 horas de conducción y no hemos hecho más que 50 km, llevamos una media de 12 km/h vamos que no llegamos hay ni en broma. La parte positiva del trayecto es que pasamos por pueblos remotos en medio de la selva con mercadillos tradicionales y está entretenido. Nosotros también causamos sensación y todo el mundo nos saluda al paso.


A la entrada a la población de Teleman, vemos que las calles se van estrechando y que hay un mercado repleto de gente y no nos queda otra que pasar por ahí, vamos desmontando las carpas de los puestos de los vendedores con nuestra casita, yo me bajo para ayudarles a montarlos y pedirles disculpas, por suerte no se lo toman demasiado mal, pero la cosa se pone más difícil y el paso de tuc tucs y peatones complica el paso, y por no desmontar otro puesto, Jose se hecha hacia la derecha y le da a un tuc tuc que está mal aparcado haciéndole un bollado y un buen arañazo en la chapa.

El chico del tuc tuc de inmediato llama al jefe que se presenta con cara de pocos amigos, la media del chapín es más bien bajita, pero este mide metro noventa, corpulento y con bigote, en ese momento empezamos a sudar…. Jose intentando mover el vehículo porque está cortando todo el tráfico y casi lo mete en una zanja de desagüe, y yo intento calmar al jefe , medio pueblo en su mayoría indígena está alrededor nuestro, estamos liándola parda, este es el momento en el que nos encantaría ver algún turista, algún aliado porque la miradas de la gente son implacables y justo en ese momento dos chicos rubios encorbatados y con camisas blancas impolutas pasan por delante de la escena sin ni siquiera percatarse de la situación, ¿que pintan aquí estos nórdicos en medio de un pueblo indígena y tradicional?. Son mormones predicadores que vienen a captar fieles y a hacer caja por la cusa y parece que van demasiado ensimismados en sus doctrinas como para vernos, lo cual hace aumentar el surrealismo de la situación, me parece que somos los personajes de una película y que no es real….madre mía a ver como salimos de esta.

De inmediato llamamos al seguro y nos dicen que mandan a alguien del sitio más cercano, son ya las cuatro de la tarde así que tendremos que pernoctar aquí porque en una hora va a oscurecer, ya veremos donde….

El jefe del tuc tuc dice que le demos pasta, y que lo arreglemos entre nosotros, pero la decimos que tenemos un seguro y que cubre este tipo de accidentes y que ya viene alguien de camino, nos conducen unos metros adelante donde podemos dejar el vehículo justo al lado de la terminal de tuc tucs del pueblo que es un terreno con una mesa que es la rueda de un camión y unas banquetas donde están unos cuantos chicos esperando clientes. El jefe comenta la movida a lo que están allí y nos dicen que les demos dinero, que si esperamos a que venga el del seguro ellos van a perder dinero por tener el tuc tuc parado, y que el seguro igual no se los arregla y que es muy complicado…. obviamente, la mentalidad del seguro es muy occidental, aquí la gente no tiene seguro, viven completamente al día, así que es difícil hacerles ver que es lo correcto sobre todo porque nos piden la cantidad que nos costó el seguro y para nosotros sería un desembolso importante. La tensión va aumentando porque pasa una hora y el del seguro no llega así que le volvemos a llamar y nos dice que le quedan unas tres horas, así que los del tuc-tuc nos dicen que le digamos que se vuelva, pero nosotros seguimos con las nuestras y queremos solucionarlo de esta manera. El tuc tuc sale a hacer sus viajes y nosotros esperamos en este acogedor lugar con otros chicos, entre ellos está Domingo, un joven de treinta años, indígena por parte de madre y un luchador, consiguió sacar sus estudios y ahora se dedica a conducir un tuc tuc. Hacemos migas con él y con otros dos muchachos y ahí nos quedamos unas horas de tertulia mientras nos pone al día de la situación de Guatemala, de la ocupación indígena en tierras de hacendados alemanes a los que uno de los presidentes en el siglo pasado otorgó, arrebatándoselas a estas gentes para ponerlas en manos extranjeras.

Domingo nos pregunta que es lo que hacemos en Teleman porque no es común ver extranjeros a no ser que vengan con intenciones de comprar tierras o hacer negocios de los que ellos siempre salen perjudicados, así que le contamos el percance con el tuc tuc. Él nos dice que hemos tenido suerte que no ha sido grave porque aquí linchan a la gente por este tipo de cosas….. pufff no sé si está en serio pero se me ha puesto un nudo en la garganta.

Le hablamos también de nuestro viaje a lo que él responde que ellos ni siquiera tienen la oportunidad de viajar en su propio país, llega un momento en que comenzamos a sentirnos mal, sobre todo cuando ves que no hay salida para esta gente, ya que aquellos que han luchado finalmente han acabado claudicando por miedos y amenazas, y uno de los casos más conocidos es el de Rigoberta Menchú.

A todo esto, seguimos esperando al perito que parece que no va a llegar nunca, está diluviando y al menos podemos cobijarnos debajo de una lona en la terminal de los Tuc Tucs, ya han pasado más de cuatro horas, le volvemos a llamar pero no responde así que levantamos el chiringuito y nos despedimos de contertulios, a los que ya no hemos vuelto a ver son al conductor y el dueño del tuc tuc, entonces uno de los chicos nos dice que no se va a presentar, parece que no tiene los papeles en regla y piensan que lo del seguro sólo les va a traer problemas…. - Vaya, ¿pues a ver que le decimos al perito cuando llegue?

Justo enfrente hay un parqueo donde hemos metido el coche y cuando ya nos dirigimos a nuestra casita, suena el teléfono, el perito ha llegado, salimos a la calle que ya se ha quedado desierta y con apenas luz, vemos acercarse a un motorista chorreando y con barro hasta las orejas y aparca justo delante de nosotros.

- ¡Hola, soy Alansito, el perito !, se despoja de su casco y nos cuenta su odisea para llegar desde Cobán, que hay unos 60 km, pero de los botes de la carretera, se le han fundido las luces y ha tenido que venir a oscuras y con la que está cayendo, pero el hombre todo dicharachero nos dice que ha tenido aventuras mucho peores pero que siempre ha llegado al lugar del suceso.

Le explicamos lo que ha pasado y que la otra parte no se va a presentar, y nos dice que no pasa nada, así que rellenamos el parte y nos batimos en retirada, estamos un tanto agotados y necesitamos un buen descanso, pero nos va a ser difícil conciliar el sueño, el escandalazo de las gallinas y los pavos que tienen en este lugar no nos deja pegar ojo, ¡menuda nochecita!.

Justo antes de salir, un hombre de unos sesenta años con look ranchero, machete de metro y un garrote, se me acerca, hay un pavo con el que estoy jugueteando y le pega un garrotazo en la cabeza. - ¡Fuera cabrón! Le dice al pobre pavo que después del garrotazo parece un poco aturdido. ¿Y este quién es y qué quiere? La verdad que impone y empieza a preguntarme con un aire un tanto agresivo que quien somos y quién era el tipo con el que hablábamos la noche anterior. Este hombre es Julio, un personaje del pueblo que nos previene de lo mala que es la gente por aquí y especialmente los indígenas, que invaden tierras y que son lo peor. – Pues aquí tenemos otra versión de la película Guatemala. Finalmente nos da consejos para sobrevivir en esta jungla y nos vamos con un nudo en el estómago de todo lo que nos ha contado.

El siguiente tramo dirección Cobán es todavía peor que el anterior, sin duda Guatemala entra en el número 1 en el ranking de las peores carreteras del continente americano, no pensamos que pueda haber algo peor, mientras hacemos el trayecto nos acordamos del Alansito y de cómo se las tuvo que ver para hacer este trayecto sin luz y lloviendo.

A la llegada a Cobán buscamos un parking donde dejar el coche, pero está cerrado, así que decidimos pasar la noche aparcados en la calle que parece tranquila, y así nos ahorramos el coste. A eso de las una de la madrugada comenzamos a oír música a todo tren, nos asomamos y parece que hay una fiesta en un restaurante justo al lado, el griterío de la gente borracha nos pone en alerta, cuando oigo “ Vamos a subirnos todos al Camper “ – Noooooo pego un bote y me levanto de la cama moviendo toda la casita, lo que parece que ahuyenta a esta pandilla de niños bien que van bien pedo.

Desde Cobán, sólo quedan 60 km hasta Lanquín, un pueblecito de montaña y último trayecto porque ahí queremos tomar un colectivo hasta Semuc Champey, este tramo es el peor, veo a Jose bastante estresado, las cuestas son tremendas y el camino muy estrecho, y para colmo no paran de pararnos niños con machetes y hombres con palas para pedirnos dinero por rellenar los agujeros de la carretera, nos percatamos de que sólo nos paran a nosotros, además ponen una cuerda en medio de la carretera y si no pagas no te dejan pasar, lo cual nos molesta bastante. La mujeres indígenas que encontramos por el camino incluso si las saludamos nos miran con desprecio. ¿ Dónde nos hemos metido?.


Nos lleva unas cuatro horas llegar a Lanquín, yo empiezo a sentir escalofríos y sudores y Jose tiene un buen agobio post-conducción …. ¡ Llegada apoteósica!

Unos cuantos vasos de leche caliente y unos paracetamoles junto con un poco de descanso nos hacen recuperarnos para abordar la última etapa.

Desde el parking donde estamos acampados, al pueblo hay un par de kilómetros que recorremos bien temprano con el sol alumbrando los picos de las montañas y sus rayos inundando los bosques de colores, hace un día espléndido. En el pueblo, nos toca esperar una hora hasta que aparece un pick-up con una estructura metálica detrás en forma de jaula, es el colectivo y la jaula es donde se supone que van los pasajeros, así que ahí vamos, el camino es como una montaña rusa y los botes, nos hacen golpearnos en el armazón, como nos la peguemos, caemos al vacío… aun así vamos de risas con unos guatemaltecos de la capital que han venido a pasar el fin de semana. Después de 45 minutos de sufrimiento, el colectivo nos deja a las puertas del parque, donde una caminata de una hora montaña arriba nos lleva al mirador para divisar finalmente Semuc Champey, cuando vemos el paisaje pensamos – ha merecido la pena, sus aguas turquesas y cascadas en lo más profundo de la selva convierten este sitio en un espectáculo para el visitante.

Justo en el mirador, conocemos a un grupo de artistas salvadoreños que van viajando por Guatemala vendiendo su arte y sus actuaciones con los que nos acoplamos y pasamos el resto del día, nos dan un aperitivo de lo que será nuestro próximo destino. Estos chicos son como un libro abierto, nos hablan de historia, cine, arte, plantas, gastronomía y mucho más, con lo que nos abren el apetito de un país que en principio iba a ser un poco de paso pero al que posiblemente le dediquemos algo más de lo que pensábamos.

Pasamos el día de poza en poza en remojo disfrutando de esta hermosa naturaleza y de esta compañía de lujo.


Con las piernas reventadas y moratones de los golpes con el armazón del colectivo, volvemos ya casi al anochecer a nuestro campamento.

Sin duda, la experiencia Semuc Champey ha sobrepasado nuestra expectativas de aventura.




 
 
 

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